lunes, 23 de febrero de 2009

Espejos cósmicos: nueva hipótesis arqueoastronómica (tercera parte)

Piedras y ciudades tótem

Aunque cada vez cobra más fuerza que tenga una raíz histórica, al terreno del mito pertenece también la fundación de la ciudad por parte de Manco Cápac, quien tras ser creado en el lago Titicaca por Viracocha emergió de una gruta o ventana en la tierra junto a sus tres hermanos, sus esposas y tres clanes que le servían con fidelidad.

Inti, su padre y dios Sol, les había encomendado que levantaran la ciudad allí donde la capa superficial fuera tan profunda que pudiera ser clavada en el suelo una varilla de oro hasta hacerla desaparecer, el Tupayauri, claro indicio de la potencial riqueza agrícola del lugar. La leyenda narra que a través de diversas artimañas y peripecias, los hermanos se van quedando por el camino y que Manco Cápac se erige en soberano fundador, junto a Mama Huaco. Este mito está acompañado de singularidades geológicas y arqueoastronómicas como las registradas en el pueblo de Ollantaytambo, donde la tradición ubica el Pacaritanpo, también conocido como Casa del Amanecer o Palacio de las Ventanas, la gruta de la que presuntamente emergieron los héroes fundadores. En el solsticio de invierno, el 21 de junio en el hemisferio sur, un único rayo de sol rompe al amanecer la oscuridad de un valle que desde lo alto cobra la forma del árbol sagrado, simbolizando con ese hilo de luz solar una suerte de cordón umbilical que termina iluminando una estructura muy definida. Se trata de una antiquísima pirámide en torno a la cual sus constructores rebajaron el terreno creando lo que aparentan ser dos grandes ventanas. Precisamente la tradición indica que por esas ventanas emergieron al mundo los fundadores de la cultura. Resulta llamativo que el cerro Pinkuylluna, bajo el que se ubica Ollantaytambo, presente un rostro esculpido, el de Tunupa, el profeta o enviado de Viracocha, que su templo se ilumine durante el solsticio de verano y que actúe como un marcador arqueoastronómico para seguir los movimientos del Sol y de la constelación asociada al maíz. Cada vez son más los estudiosos que llaman la atención sobre las peculiaridades de ese gigantesco rostro que desafía el vacío, perfilado en la montaña, que dibuja otras partes de su figura, como la bolsa que carga, que coincide con los depósitos o almacenes construidos por los habitantes de la zona. En sus inmediaciones se encuentra, en la grieta de una vertiginosa pared, una roca que recuerda la fuerza de la honda de Ayar Cachi, hermano de Manco Cápac, capaz de romper montañas. La leyenda dice que se transformó en pájaro, en un cóndor que, a su vez, se convirtió en piedra. Ese cóndor gigante se perfila en otro enclave, en el que numerosos altares delatan su condición sagrada. El juego de luces y sombras hace que su ficticia cabeza proyecte sombras especiales en los solsticios: una vitalizadora en el de invierno y otra que desciende buscando alimento en el de verano. Curiosamente, la sombra cae directa en el centro de un gnomon donde hay un altar en el que se colocaban las ofrendas. La espectacular fortaleza de Saccsayhuaman, edificada por miles de hombres durante medio siglo permite rendirse ante la genialidad arquitectónica de los incas, cuyo dominio de la piedra queda patente en el ensamblaje de unos bloques que los hijos del sol parecían modelar como si de arcilla se tratase. Entre aquellos sillares trabajados con martillos de bronce y piedra, hábilmente pulidos, se camuflaron animales que se van manifestando en diferentes épocas del año a medida que el sol incide en ellos. Serpientes, aves, peces, pumas... cuya simbología se cree que estuvo vinculada con la fertilidad y con las estrellas. En uno de los flancos de la montaña de Tamboqasa se diseñó un área que a determinada altura se descubre como una llama y su cría, conjunto que representa tanto al animal como a la constelación oscura, con Alfa y Beta centauro como sus ojos. En su macroversión terrenal se ubicó un templo dedicado al Sol en la zona de la cabeza, mientras que otra edificación hace las veces de ojo, que de manera muy llamativa es iluminada por el Sol el 21 de junio, tal y como exponen los hermanos Elorrieta Salazar.
(Continuará...)

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