La guerra eterna

Los planetas en el cielo y para la coordenada geofísica donde se libra la batalla entre Israel y la Franja de Gaza, están motivando una crisis energética, como un sentido extra de lucha y expansión que deben expresarse aún en guerra.

La guerra de los seis días del año 1967, en la que se confrontaba una coalición de países árabes contra Israel, terminó con éste último conquistando la Península del Sinaí, la Franja de Gaza y Cisjordania, entre otros territorios.
Para aquellos días de junio de 1967, los planetas tenían una intención de liberar esta guerra. Ahora, la intención es de consolidarla, con la misma violencia e intensidad de revolución, de muerte y tensión geopolítica de esos años, pero para darle una culminación. Sin embargo, será asunto de todo el resto del año calmar la batalla y encontrar una resolución.
La oposición en el cielo de Saturno y Urano, que se prolongará durante todo 2009, ocupan grados que modifican a Israel en sus relaciones y su ataque por defensa está acompañado por Júpiter que exagera en coartadas y avances para una libertad futura. Israel, ante estas energías está solo como país, sin apoyo de ningún otro punto geográfico, sin capacidad para perpetuar una lucha, pero sí para someter a la oposición. Un punto en el planeta que representa un lugar de persecución, lucha, intolerancia, autoabastecimiento y un karma que parece no agotar al tiempo, está otra vez desvastado por la pérdida y la amenaza.
La declaración de la independencia del año 1948 los ubica como territorio independiente pero ligado a la historia misma de profundidad, misterio, dependencia y castigo, que parece tener esa ubicación terrestre. La autovaloración ha sido la clave permanente de la victoria de sus almas. Persistiendo a la filosofía de oriente, nada permanece quieto, nada muere, todo se transforma, y en comparación con el átomo en su potencia, diminuto y microscópico, este país no ha sido una potencia, no tiene condiciones para ello, su territorio es pequeño, pero es poderoso como lo es la unidad de la materia. Y manipular al átomo sólo ha causado la cruel destrucción por la bomba atómica.
El cese del fuego, los cambios en las condiciones de vida en Gaza, el corte de las tremendas necesidades energéticas como de la persecución constante dentro de los límites de los países que se enfrentan, no es fácil vaticinar. Solo se puede orar, rezar, aunar fuerzas concientes, recurrir a la fe, a la justicia divina y socorrer a la necesidad desde cualquier punto del planeta. Este año es tan crítico como resolutivo, pero hay que atravesarlo.