viernes, 9 de enero de 2009

El Evangelio Acuario de Jesús el Cristo (171)

Concluyen las escenas de la crucifixión. José y Nicodemos, con consentimiento de Pilatos, bajaron de la cruz el cuerpo de Jesús y le colocaron en la tumba de José. Una guardia de cien soldados judíos es colocada en el sepulcro.

1. Ahora bien, en la sexta hora del día, en que el sol llegara el zenith, el día se volvió tan oscuro como la noche.
2. Y los hombres buscaron linternas y construyeron fogatas en las colinas para poder ver.
3. Y cuando el sol rehusó alumbrar y vino la oscuridad, el Señor exclamó:”¡Heloi! ¡Heloi! ¿lama sabachthami?” (¡Tú sol! ¡Tú sol! ¿Por qué me has abandonado?)
4. La gente no comprendió las palabras que habló; pensaron que pronunciaba el nombre de Elías, y dijeron:
5. “Llama a Elías en su hora de necesidad. Veamos si viene.”
6. Y Jesús dijo: “Tengo sed.” Un soldado romano hundió una esponja en vinagre y mirra y la colocó en los labios de Jesús.
7. Ahora bien, en la novena hora del día, la tierra comenzó a temblar, y en la oscuridad de aquel día sin sol, una inundación de luz de oro apareció encima de la cruz.
8. Y de la luz se oyó una voz que dijo: “He aquí que se hizo.”
9. Y Jesús dijo: “Mi Padre Dios, en tus manos doy mi alma.”
10. Un soldado romano con compasión dijo: “Esta agonía es demasiado grande. Hay que aliviarla, y con una lanza perforó el corazón de Jesús y todo terminó.” El hijo del hombre estaba muerto.
11. Entonces la tierra tembló de nuevo, la ciudad de Jerusalem se meció hacia delante y hacia atrás, las colinas se partieron y las tumbas se abrieron;
12. Y las gentes creyeron ver que los muertos se habían levantado y que caminaban por las calles.
13. El templo se sacudió y el velo, que estaba entre el santuario y el Lugar Santo, se partió en dos, y la consternación reinaba en todo lugar.
14. Los guardias romanos que observaban el cuerpo en la cruz, exclamaron: “Este seguramente que fue el hijo de Dios que ha muerto.”
15. Y las gentes huían a prisa del calvario. Los sacerdotes, los fariseos y los escribas estaban aterrorizados.
16. Trataban de guarecerse en sus sinagogas y en sus hogares, y decían: “Mirad la ira de Dios.”
17. El gran día de la pascua judaica se acercaban y los judíos por su ley no podían permitir que un criminal permaneciera en la cruz en el día sábado.
18. Por lo tanto solicitaron de Pilatos que mandara reiterar los cuerpos de los que habían sido crucificados.
19. Y Pilatos mandó a sus guardias al Calvario para que se cerciorasen de si todos los hombres estaban muertos.
20. Y cuando los guardias hubieron partido, dos judíos vinieron a la puerta del palacio a ver al gobernador. Eran miembros del Concejo judaico.
21. Y sin embargo creían que Jesús había sido un profeta enviado por Dios.
22. El uno era el rabí José, el Consejero por Arimatea, hombre justo y que amaba la ley de Dios.
23. El otro que vino era Nicodemos.
24. Estos hombres se postraron a los pies de Pilatos y le rogaron que les permitiera tomar el cuerpo de Nazareno y darle sepultura.
25. Y Pilatos dio su consentimiento.
26. Ahora bien, José había preparado una mezcla costosa para embalsamar el cuerpo del señor, como unas cien libras de áloe y de mirra, y tomándolas consigo se apresuró a ir al Calvario.
27. Y cuando los guardias regresaron, dijeron: “El Nazareno está muerto; los malhechores están vivos.”
28. Y Pilatos ordenó a sus guardias ir y herir a los que estaban vivos de modo que murieran, y entonces quemar sus cuerpos; pero dar el cuerpo del Nazareno a los rabíes que lo habían pedido.
29. Los soldados hicieron lo que Pilatos les ordenó.
30. Los rabíes vinieron y tomaron el cuerpo de Jesús, Cuando lo hubieron preparado con el áloe y la mirra que habían traído.
31. Lo colocaron en la tumba recién hecha en la roca sólida, para José.
32. Y entonces rodaron una piedra hasta el sepulcro.
33. Los sacerdotes, temían que los amigos de Jesús fueran en altas horas de la noche y se llevaran el cuerpo del Nazareno para decir que se había levantado entre los muertos, como él había anunciado.
34. De modo que suplicaron al gobernador que enviara soldados para que custodiaran el cuerpo del muerto.
35. Pero Pilatos dijo: “Yo no mando guardia romana, pero vosotros tenéis soldados judíos y podéis enviar cien hombres con un centurión para guardar la tumba.”
36. Y entonces ellos enviaron cien soldados al sitio a custodiar la tumba.

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