La crucifixión. Jesús ora por sus asesinos. Pilato pone una inscripción encima de la cruz. Jesús habla palabras de aliento al ladrón arrepentido. Encarga a Juan que cuide a su madre y a Miriam. Los soldados se dividen entre ellos la túnica de Jesús.
1. El populacho judío avanzó hasta el calvario y con él fueron muy cerca, al lado de Jesús, las Marías, Miriam y otras mujeres que no eran pocas.
2. Lloraban ruidosamente. Cuando Jesús las vio llorando y lentamente así, les dijo:
3. “No lloréis por mí, porque aunque me voy a través de la puerta de la cruz, al día siguiente de sol levantaréis vuestros corazones porque os encontraré en el sepulcro.”
4. La gran procesión llegó al Calvario. Los soldados romanos habían atado ya a sus cruces a dos presos del Estado.
5. (No fueron clavados, sino sólo amarrados)
6. Cuatro soldados de la guardia romana que Herodes había traído de Galilea, fueron designados para ejecutar las órdenes del Tribunal.
7. Estos eran los mismos que fueron encargados de torturar a Jesús y de forzarle a confesarse culpable.
8. Estos fueron los hombres que flagelaron y que le pusieron la corona de espinas en la cabeza, la caña rota en las manos, y que burlonamente se inclinaban ante él como rey.
9. Estos soldados tomaron al Señor y le desnudaron, le colocaron sobre la cruz y le hubieran amarrado con cuerdas: pero esto no era suficiente.
10. Los crueles judíos estaban cerca con un martillo y clavos; y gritaron: “No cuerdas, sino clavos. Clavadlo fuertemente y aseguradle a la cruz.”
11. Entonces los soldados tomaron los clavos y los pasaron a través de las manos y de los pies.
12. Le ofrecieron un calmante para que bebiera, una mezcla de vinagre y mirra, pero él rehusó beber la mezcla.
13. Los soldados habían preparado un sitio en que plantar la cruz de Barrabás, entre los otros criminales; y allí elevaron la cruz de Jesús, que era llamado Cristo.
14. Y entonces los soldados y el populacho se sentaron a observarle morir.
15. Y Jesús dijo: “Mi Padre Dios, perdona a estos hombres; no saben lo que hacen.”
16. Ahora bien, Pilatos había preparado una tableta para que la colocaran sobre la cruz, en la que estaban escritas, en lenguas hebreas, latín y griega, estas palabras de verdad: “JESUS CRISTO REY DE LOS JUDIOS.”
17. Y esta tableta fue colocada en la cruz. Los sacerdotes se enfurecieron al leer estas palabras en la tableta de la cruz.
18. Y entonces solicitaron que Pilatos no dijera: “EL CRISTO, REY DE LOS JUDIOS”, sino que dijera: “Aseveraba ser el Cristo, rey de los Judíos.”
19. Pero Pilatos dijo: “Lo que he escrito, escrito queda. Que permanezca.”
20. Las turbas judías que vieron al Señor en la Cruz, estaban locas de alegría y decían “Salud, rey de farsa.”
21. “Tú que destruías el templo y en tres días lo reconstruías ¿por qué no te salvas a ti mismo?”
22. Los soldados judíos y los guardias romanos que habían venido de Galilea eran estrepitosos en sus burlas y escarnios.
23. Uno de los crucificados se agregó en la burla y dijo: “Si eres el Cristo, tienes el poder. Simplemente habla la Palabra y te salvaras a ti y me salvaras a mi.”
24. El otro crucificado le reprendió diciendo: “Malvado ¿No tienes miedo de Dios?”
25. “Este hombre es inocente de todo crimen mientras que tú y yo somos culpables y estamos pagando las deudas que debemos.”
26. Y entonces dijo a Jesús: “Señor, yo sé que tu reino viene; el reino que el mundo nunca puede comprender.”
27. “Y cuando tú vengas de las nubes del cielo, acuérdate de mí.”
28. Y Jesús dijo: “Mira que te encontraré en el plano de las almas este mismo día.”
29. Ahora bien, de pie, cerca de la cruz estaban muchas mujeres de Judea y de Galilea. Entre ella estaba la madre del Señor y Miriam.
30. Y María, la madre de los dos apóstoles: Santiago y Juan y María Magdalena, y Martha, Ruth y María, y Salomé.
31. “A tus más tierno cuidado dejo a mi madre y a mi hermana Miriam.”
32. Y Juan contestó: “Mientras viva, mi hogar será el hogar de tu madre tres veces bendita y de tu hermana Miriam.”
33. De acuerdo con la costumbre judaica, a los verdugos que ejecutaban a los criminales pertenecían los vestidos de los criminales.
34. De modo que cuando el Señor fue crucificado, los guardias romanos se dividieron entre ellos y por su túnica echaron suertes.
jueves, 8 de enero de 2009
El Evangelio Acuario de Jesús el Cristo (170)
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NDF2012
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