Judas entrega a su Señor con un beso. Jesús es aprehendido por el populacho y los discípulos huyen para salvar sus vidas. Jesús es conducido a Jerusalem. Pedro y Juan siguen al populacho.
1. El Señor y los once estaban hablando en el huerto de Massalian cuando vinieron un grupo de hombres con linternas con espadas y garrotes, que se aproximaban.
2. Y Jesús dijo: “Mirad a los emisarios del mal. Y Judas los guía.”
3. Y los discípulos dijeron: “Señor, huyamos para salvarnos la vida.”
4. Pero Jesús dijo: “¿Por qué hemos de huir para salvarnos la vida cuando esto es el cumplimiento de las palabras de los profetas y de los videntes?”
5. Y Jesús avanzó sólo a encontrar a los hombres, y al aproximarse ellos a él, él le dijo: “¿Por qué estáis aquí vosotros, hombres? ¿A quién buscáis?”
6. Y ellos contestaron: “Buscamos al hombre de Galilea. Buscamos a Jesús, uno que se llama a sí mismo el Cristo.”
7. Y Jesús contestó: “Yo Soy.”
8. Y entonces levantó las manos y con un pensamiento poderoso hizo vibrar los éteres al estado de luz y todo el huerto fulguró con luz.
9. Los hombres frenéticos retrocedieron y muchos huyeron sin parar hasta llegar a Jerusalem; otros cayeron de cara en tierra.
10. Los más valientes y los más duros de corazón se quedaron, y cuando la luz palideció volvió a preguntar: “¿A quién buscáis?”
11. Y Ananías dijo: “Buscamos al hombre de Galilea; buscamos a Jesús que se llama a sí mismo el Cristo.”
12. Y Jesús le contestó y dijo: “Ya os dije una vez antes, pero ahora os lo repito: Yo Soy Aquel.”
13. Al lado de Ananías estaba parado Judas, pero en un instante se fue y viniendo por la espalda de Señor dijo: “Mi Señor”, y entonces le besó como señal de que era Jesús a quien buscaban.
14. Y entonces Jesús dijo: “¿Vienes, Iscariote, y así entregas a tu maestro con un beso?”
15. “Esto tenía que ocurrir; pero infortunio para aquel que entrega a su señor.”
16. “Tu codicia materialista ha vuelto insensible tu conciencia y no sabes lo que haces; pero en corto tiempo tu conciencia resurgirá y en remordimiento he aquí que cerrarás este tu lapso y te quitarás la vida.”
17. En ese momento llegaron los once. Echaron mano de Judas y le habrían hecho daño, pero Jesús dijo:
18. “No hagáis daño a este hombre. No tenéis derecho de juzgar a este hombre; su conciencia es su Juez; ella le sentenciará y él se ejecutará a sí mismo.”
19. Entonces el populacho, capitaneado por Malco, sirviendo de Caifás, aprehendió a Jesús, y estaba atándole con cadenas.
20. Cuando Jesús dijo: “Por qué habéis venido en la oscuridad de la noche con espadas y garrotes a capturarme en este lugar sagrado?”
21. “¿No ha hablado en los lugares públicos de Jerusalem? ¿No he curado a vuestros enfermos, no he abierto los ojos a vuestros ciegos, no he hecho oír a vuestros sordos? Podíais haberme encontrado cualquier día.”
22. “Y ahora tratáis de aherrojarme con cadenas ¿qué son estas cadenas? Y entonces levantó las manos y las cadenas se desplazaron y cayeron en tierra.”
23. Malco pensó que el Señor huiría para salvarse la vida y con un garrote hizo ademán de golpearte en la cara.
24. Pero Pedro tenia una espada y precipitadamente ataco al hombre y le hirió.
25. Pero Jesús dijo: “Detente. Pedro, detente. Retira tu espada, perecerá por la espada.”
26. “No necesito que me protejan hijos de hombres, porque podrían en este instante pedir auxilio, y una legión, más todavía, doce legiones de mensajeros de Dios vendrán y me defenderían; pero eso no debe ocurrir.”
27. Y entonces le dijo Malco: “Hombre, no quiero que te hagan daño.” Y colocó la mano sobre la herida que Pedro había hecho y la herida se curó.
28. Entonces Jesús dijo: “No te preocupes pensando que me arranque de ti y huya para salvarme la vida. No tengo el menor deseo de salvarme la vida. Haced conmigo lo que queráis.”
29. Entonces el populacho se precipitó a capturar a los once, para llevarlos a ser juzgados como cómplices de los crímenes de Jesús.
30. Pero los discípulos, cada uno de ellos, se desertaron de Jesús y huyeron para salvarse la vida.
31. Ahora bien, Juan fue el último en huir. El populacho le cogió y le hicieron tirar sus vestidos; pero él escapó desnudo.
32. Massalian vio al hombre desnudo y le llevó a su casa y le dio ropa. Entonces Juan siguió a aquellos que se llevaron al Señor.
33.Y Pedro se avanzó de su cobardía y debilidad y cuando logró controlarse se unió a Juan y siguió de cerca al populacho.
viernes, 2 de enero de 2009
El Evangelio Acuario de Jesús el Cristo (164)
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NDF2012
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