miércoles, 24 de diciembre de 2008

La estrella de Belén: luz y guía

En todo cuadro simbólico hay varias lecturas. La escena en la gruta o el portal del Belén ejerce una extraña fascinación, una sensación de coherencia interna que parece hablarle de modo misterioso a los estratos más profundos de nuestra mente. Y rematando el cuadro, ya sea en el Belén o en la copa del árbol de Navidad, iluminando la escena desde una posición privilegiada, se alza la estrella navideña.

El simbolismo más evidente de los astros es el de fuente de luz, con todo lo que ello implica: luz que disipa las tinieblas y guía a los que se aventuran o moran en ellas. Las estrellas son así representadas en el cielo de muchos templos y cuando las vemos en grupo simbolizan el juego perpetuo entre las fuerzas del orden y las del caos, la dialéctica entre la luz y la oscuridad. De hecho, el Antiguo Testamento compara estos astros con los ejércitos de la divinidad y en el Libro de Enoch se asocia un ángel a cada uno. Se equiparan, por tanto, a los habitantes del cielo, lo que los convierte en imagen de los estados superiores del ser, los estados suprahumanos simbolizados por los propios ángeles. La estrella en el portal o sobre el árbol participa de ese simbolismo. Es foco de luz, faro en las tinieblas de la ignorancia, pero ocupa además, una posición privilegiada. Desde el punto de vista de la Teología cristiana, es la propia divinidad manifestándose como luz y guía. En otras ocasiones es asimilada al propio Cristo como divinidad encarnada que al entrar en el mundo se deja ver en la Creación. Sus simbolismos están presentes en muchas tradiciones.
(Continuará…)

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