lunes, 22 de diciembre de 2008

Argentina camina hacia el éxito

El país puede cambiar, puede llegar a ser rico, con una más equitativa distribución de la riqueza. ¿Qué debemos hacer? Tenerle confianza a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Más allá de las críticas y rechazos de un pueblo inmaduro, podrá llevar adelante el país y enriquecerlo. Los medios son su gran oposición, por lo cual ella deberá ser inteligente e intuitiva para contrarrestarlos con gente capacitada y ecuánime, no con “alcahuetes” sin talento para la comunicación que sólo buscan el rédito económico.

Los planetas que enfocan nuestras tierras, prometen crecimiento. Un gobierno acompaña estos tiempos, nada es casual. La independencia del 9 de julio fue concebida con una Luna pobre, conflictiva por su ubicación en Capricornio, también por su enfrentamiento al Sol. Pero nuestro extenso territorio ocupa coordenadas adecuadas para el cambio mundial. Ni cerca del Ecuador, ni definida en épocas, ni en razas, ni en credos. Atenta al fluido de mentes, de pasados y futuros, que no encontró guías, ni timones, pero que sigue prometiendo la variedad, la sustancia virgen que como el espíritu no puede nunca ser robado. Tal vez Capricornio nos relegó al tiempo. Una Argentina retrasada pero no impedida.
Con el sello astral de un Júpiter en Escorpio, la riqueza ocupa nuestra suerte futura. Y ahora su movimiento revitalizará esta impronta, cuando Júpiter comience su recorrido por Acuario y el miedo a la exploración sea liberado. No se prometen hegemonías ni una nación líder mundialmente, más nuestros espacios serán reconocidos, generarán fe y entusiasmo y una mujer presidenta, bajo el signo de Piscis, movilizará nuestra exposición. Ella exagerará el intercambio con otras naciones, promoverá una tierra prometida, revitalizará nuestros patrimonios, y comenzará un movimiento de individualización, que nos llevará a creer en la utopía de la reforma, sin política definida ni oposición amenazadora y aún en las alianzas pretenderá la independencia. Su victoria de 2007 en las elecciones le confirmó que no es sombra, que no existe la dependencia, ni la deuda, ni la ignorancia política. Su destino ahora está en manos de un Plutón poderoso, que le inyecta la magia del momento, un respiro a la inmadurez de un pueblo que nada lo conforma pero que aún se mantiene unido a pesar de la incertidumbre.
Como parte del mundo, estamos al unísono de un grito de cambio, de una adaptación a la psicosis que los medios promueven.
Durante este mandato de Cristina Kirchner, los planetas la auxilian de manera que pueda solventar medidas interesantes que la harán vigente en poder y poderío. Aunque no se consagra, ejercita la valentía. No tomará partido por nadie, romperá su propio modelo político por la necesidad de la época.
Ni el sistema más organizado esquivará las reformas mundiales. El futuro del ser humano es visión de todos, ya no de pocos. La humanidad globalizó el deseo. El ideal es un manto que cubre el planeta, que no sectoriza en regiones ni en lenguas ni en credos ni en razas. La salvación no es palabra de religiones, sino metas de la masa, que incluyen los océanos, las montañas y los desiertos de horizontes lejanos.

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