lunes, 10 de noviembre de 2008

El Evangelio Acuario de Jesús el Cristo (111)

Jesús enseña. Un hombre le ruega que fuerce a su hermano a obrar honradamente. Jesús revela la ley divina, el poder de la verdad y la universalidad de las posesiones. Relata la parábola del rico y su cosecha abundante.

1. Jesús enseñó a las multitudes. Y mientras hablaba, un hombre se presentó y dijo:
2. “Maestro, escúchame: mi padre murió y dejó una vasta hacienda. Mi hermano se la cogió toda y ahora rehúsa darme mi parte.”
3. “Te ruego que le hagas hacer lo que es justo y que me dé lo que es mío.”
4. Y Jesús dijo: “No he venido de juez de tales asuntos; no soy empleado de tribunales de justicia.”
5. “Dios no me ha enviado a hacer que los hombres obren correctamente por la fuerza.”
6. “Todo hombre tiene un sentido de Justicia, pero muchos no le prestan atención.”
7. “Las emanaciones producidas por el egoísmo han formado una costra sobre el sentido de justicia de modo tal que corren un velo a su luz interna impidiéndole comprender y reconocer los derechos de los demás.”
8. “Este velo no puede ser arrancado por la fuerza; y no hay nada que pueda disolver la costra sino el conocimiento y el amor de Dios.”
9. “Cuando el hombre está en el pantano, ve el firmamento muy lejos, cuando está en las cimas de las montañas, lo ve tan cerca que parece que pudiera tocar las estrellas.”
10. Entonces Jesús, volteándose a los doce dijo: “Mirad a los muchos que están en los pantanos de la vida carnal.”
11. “El conocimiento de la verdad transformará los pantanos en roca sólida, de modo que los hombres puedan caminar y encontrar la vía a la cima de la montaña.”
12. “No podemos precipitar los acontecimientos, pero podemos diseminar este conocimiento con mano generosa.”
13. “Cuando el hombre halla aprendido la verdad que en sí lleva la ley de justicia, se apresurará a dar a cada hombre lo que es suyo.”
14. Entonces Jesús, dirigiéndose a la multitud, dijo: “Os prevengo no codiciar, la riqueza del hombre no consiste en lo que él aparentemente tiene: tierras, plata y oro.”
15. “Estos son mera riqueza prestada. Ningún hombre puede acaparar los regalos de Dios.”
16. “Las cosas de la naturaleza con cosas de Dios y lo que es de Dios pertenece por igual a todo hombre.”
17. “La riqueza del alma descansa en la pureza de la vida, y en la sabiduría, que desciende de los cielos.”
18. “Los terrenos de cierto rico le produjeron abundantemente, de modo que sus graneros resultaron chicos para la cosecha. Entonces se dijo:”
19. “¿Qué haré? No hay qué regalar, ni hay que dejar que se desperdicie. Entonces dijo:”
20. “Esto haré: destruir mis graneros y los construiré mas grandes. Y allí almacenaré mis granos y diré:”
21. “Alma mía, no te apures. Tenemos bastante para muchos años. Come, bebe y llénate, y está contenta.”
22. “Pero Dios observó, y vio, al hombre. Y viendo la ruindad de su corazón dijo:”
23. “Hombre tonto, esta noche tu alma abandonará tu cuerpo. Entonces ¿quién poseerá tu riqueza?”
24. “Galileos, no atesoréis en bóvedas de tierra la acumulación de riquezas ciega el alma.”
25. “Dios no da al hombre riqueza para que la esconda en bóvedas secretas. El hombre no es sino el administrador de la riqueza de Dios, y debe usarla para el bien común.”
26. “A todo administrador que es leal consigo mismo, con los demás hombres, con toda cosa que es, el Señor le dirá: bien hecho está.”

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