lunes, 27 de octubre de 2008

Niveles de conciencia

En nuestra cultura conviven tres niveles de conciencia: el grupal (tribal), el personal (individual) y el simbólico (espiritual). Corresponden a cada uno, desde el punto de vista de las eras astrológicas, a la era de Aries, que representa el poder físico; a la era de Piscis, que caracteriza el poder del padre (etapa paternalista); y a la era de Acuario, que representa el poder del pensamiento como energía.

En el tiempo que vivimos, todas las personas tenemos una mezcla de tendencias internas que se corresponden con alguno o todos los niveles de conciencia. En ciertos individuos, la conciencia tribal es muy evidente, tienen reacciones violentas, fuertes deseos de venganza, desprecio por razas o clases sociales diferentes y otros comportamientos similares. Otras personas están fijadas en la etapa paternalista, exigen que los gobiernos los cuiden para evitar el riesgo de hacerse cargo de sí mismos, son individualistas a ultranza y sólo trabajan para beneficio personal. A pesar del lastre que significan las antiguas creencias, la vibración acuariana comienza a sentirse, va ganando su espacio entre aquellos seres que han evolucionado y comprenden el paradigma multidimensional.
La conciencia tribal aparece 2500 años antes de Cristo y se caracteriza desde lo sensorial por la predominancia de los cinco sentidos físicos. Se pueden destacar algunos aspectos importantes de este nivel de conciencia, tales como la aplicación de la ley, el martirio de cuerpo como demostración de virtud, la pérdida de la individualidad a favor de la tribu, el “ojo por ojo” en términos de justicia. En este nivel de conciencia, los lazos importantes son los de sangre, y el objetivo de la vida es la acumulación de bienes materiales.
Se registra el comienzo de la era cristiana como el principio de la era de Piscis, la era del individuo, en la que se vislumbra la existencia de lo multisensorial, los sentidos que trascienden lo puramente físico. En reemplazo del Código de Hammurabi (ojo por ojo), se registra el perdón como un camino para evaluar las situaciones en distinta forma y la empatía, una modalidad que permite “ponerse en los zapatos del otro”.
La noción del tiempo físico externo comienza a convivir con la noción de tiempo interno y el viaje al mundo interior. El avance de las ciencias introduce la noción de causa- efecto y la importancia de vigilar nuestros actos. Hacia el final de la era de Piscis, se dio a conocer la teoría de la relatividad y la noción del tiempo ya no fue la misma. El desapego como enseñanza aparece en plena era materialista, ha sacudido las bases del pensamiento tribal y ha marcado la etapa de transición entre la era de Piscis y la de Acuario.
Esta última se anunció en el último tercio del siglo XX y su influencia se hace cada vez más evidente. Se distingue por el desarrollo de una sensibilidad más acentuada en aquellos individuos en los que este nivel de conciencia es predominante. La era de Acuario le da poder al grupo de pares, aquellas personas con las que compartimos un mismo nivel vibratorio, objetivos y preferencias.
En el nivel de conciencia de lo simbólico se exalta el compañerismo y se destaca el “holismo” (la noción de “todo es uno”). Todos tenemos el poder para enfermarnos, así para curarnos. Disponemos del poder del pensamiento y del poder del sentimiento. En este mundo de polaridades, tenemos el poder de elegir. Al poder elegir, también podemos crecer espiritualmente.
En esta era que estamos transitando aparece la necesidad de trascender los sentidos físicos, nos acercamos a la experiencia de lo multidimensional, comienza a perder relevancia el mundo lineal y cobra vital importancia la noción de sincronicidad. Esta modalidad nos permite vivir guiados por el movimiento de la energía que nos envuelve y nos conecta con todo lo existente.
La noción más difícil es aceptar que cada día, y en todos los sentidos, somos creadores de nuestra propia realidad.

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