Una tormenta en el mar. Jesús rescata a muchos que se ahogaban. Los atenienses oran a los ídolos. Jesús reprende su idolatría, y expresa como así es que Dios ayuda. Su última reunión con los griegos. Se embarca en el buque Marte.
1. Era un día de fiesta. Jesús caminaba por la playa de Atenas.
2. Una tormenta se había desatado y los barcos se mecían como juguetes sobre el seno del agitado mar.
3. Los marineros y los pescadores descendían a sus tumbas de agua; las playas estaban cubiertas de cadáveres.
4. Jesús no paraba, sino que con poder extraordinario rescataba a muchos que no podían auxiliarse a sí mismos, y con frecuencia devolvía a la vida a los que parecían muertos.
5. Ahora bien, en la playa había altares consagrados a los dioses que se suponía gobernaban los mares.
6. Y los hombres y mujeres, desoyendo los gritos de los que se ahogaban, se apiñaban alrededor de los altares gritando a sus dioses que los auxilien.
7. Al fin cesó la tormenta, el mar entró en calma y los hombres al tranquilizarse pudieron volver a pensar. Entonces Jesús dijo:
8. “Decidme, vosotros adoradores de dioses de madera ¿Ha disminuido por ventura la furia de la tormenta por razón de vuestro rezar enloquecido?”
9. “¿Dónde está la fortaleza de estos dioses pobres, desgastados por el agua y por el viento, con espadas y coronas pintadas?”
10. “Un Dios que cabe en una casa tan pequeña y que difícilmente puede controlar una mosca frenética ¿Cómo puede esperarse que controle al Señor de los vientos y de las olas?”
11. “Los poderes formidables del mundo invisible no prestan su ayuda sino cuando los hombres ya han dado de si todo lo que pueden; sólo ayudan cuando el hombre ya no puede más.”
12. “Y vosotros habéis agonizado orando en estas urnas, mientras dejabais perecer a los que con vuestro auxilio pudieron salvarse”.
13. “El Dios que salva, mora en vuestras almas y se manifiesta en el uso de vuestros pies, de vuestras piernas, de vuestros brazos y de vuestras manos.”
14. “La fortaleza nunca se produce en ociosidad, esperando que otro cargue nuestra carga o haga el trabajo que a nosotros nos toca hacer”.
15. “Pero cuando llegamos al límite en cargar nuestra carga y en hacer nuestro trabajo, en ello hacemos un sacrificio que complace a Dios”.
16. “Y entonces el Uno Santo respira profundamente en los carbones fulgurantes del sacrificio y los vuelve a avivar noblemente de modo tal que nuestras almas se llenan de luz, de fortaleza y de esperanza”.
17. “La oración más eficiente que un hombre puede ofrecer a su Dios, de cualquier naturaleza que sea, es ayudar a quienes necesitan ayuda, porque lo que hacemos por otros, el Uno Santo hace por nosotros.
18. “Y entonces Dios ayuda”
19. Habiendo terminado su trabajo en Grecia, Jesús se preparó para seguir al sur, a Egipto. Y Apolo con los más altos maestros de su tierra y con muchas personas de todas las clases de vida vinieron a la playa a despedir al sabio hebreo. Entonces Jesús les dijo:
20. “El hijo del hombre ha estado en muchas tierras, ha visitado templos de multitud de dioses extraños, ha predicado doctrina de buena voluntad y paz en la tierra a muchas gentes, tribus y lenguas”.
21. “Ha sido recibido favorablemente en multitud de hogares; pero, de todos ellos, Grecia ha sido el anfitrión regio”.
22. “La amplitud del pensamiento griego; la profundidad de su filosofía, la altura de sus aspiraciones altruistas la han hecho merecedora de ser el campeón del derecho y de la libertad humanos.
23. “Los azares de la guerra han subyugado la Grecia por el hecho de que ella confió en la fortaleza de la carne, del hueso y del intelecto, olvidada de la vida espiritual que eslabona una nación a su fuente de poder.
24. “Pero la Grecia no se sentará para siempre en la obscuridad de la tierra de sombras como vasalla de un rey extraño”.
25. “Levantad vuestras cabezas, oh, hombres de la Grecia; el tiempo vendrá en el que la Grecia respirará los éteres de la santa respiración y será el resorte principal del poder espiritual de la tierra”.
26. “Pero Dios tendrá que ser su escudo, su coraza y su torre de fortaleza.”
27. Y entonces les dijo “adiós”. Entonces Apolo levantó las manos en bendición silente y la gente lloró.
28. En el viaje de Creta, en el buque Marte, el sabio hebreo salió del puerto griego.
viernes, 5 de septiembre de 2008
El Evangelio Acuario de Jesús el Cristo (46)
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NDF2012
Secciones: Evangelio Acuario de Jesús el Cristo
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