miércoles, 6 de agosto de 2008

La ciencia entre lo místico, lo sagrado y la sincronicidad

Muchos asistimos al fenómeno cinematográfico Matrix; si bien para algunos, no pasó de ser una trilogía de ciencia ficción, una mirada más profunda nos lleva a pensar que esta serie expone claramente otras realidades y racionalidades del pensamiento no convencional. Freddy Gutiérrez Contreras, licenciado en Lingüística y Literatura de la Universidad de Quindío, Colombia, analiza este tema en profundidad y propone actuar con más apertura.

La ciencia formal recién empieza a aceptar que en este universo las leyes de la física dejan de funcionar y que además de estar sujetos a las probabilidades y al azar, finalmente somos gobernados por las leyes de la sincronicidad que lo intervienen todo.
Esos mundos posibles están aquí, hay que explorarlos, visionarlos, confrontarlos y sobre todo divulgarlos; con el fin de recuperar desde múltiples niveles las diferentes formas de aproximación del hombre a la realidad, es decir, en su vivencia."El hombre mismo es entonces un laboratorio de creación".
Uno de los eventos que más nos motiva a profundizar en estos temas es la experiencia que para el mundo de la ciencia formal tuvo Bryan Josephson; un especialista en superconductividad y premio Nóbel de física; quien en el Coloquio Internacional de Biólogos Moleculares y Celulares, donde se discutía sobre comunicaciones intercelulares expuso los resultados de su investigación sobre meditación, demostrando que mediante esta práctica las células del cerebro se hallan en un estado similar al de la materia a una temperatura próxima al cero absoluto; es decir, un estado basal cero; condiciones estas, en las que se observan los efectos de la alta superconductividad. Hechos de esta índole han permitido hoy, que científicos de la ciencia formal terminen aceptando que se puede llegar a tener razón por muchas vías diferentes. "La razón de la ciencia ya no es la única".

Un nuevo concepto de la divinidad
De esas otras racionalidades es mucho lo que tenemos que aprender de ese hombre del paleo-americano (indígenas), del afro-americano (negro) y del campesino ancestral, puesto que si bien no han invertido tiempo en los rigores formales que emplea la ciencia, sí que lo han hecho en el largo camino de la introspección, de la disciplina personal y de aprender a vivir en armonía con el cosmos. Pues mientras el "homo inteligi" de occidente, se sentía diferente a las demás especies vivientes (antropocéntrico), miraba hacia fuera y expoliaba –arrasando- su entorno; el de oriente y el indígena Americano, volcaban su mirada hacia sí mismo y se sentía uno con el cosmos. A esos hombres del paleo-americano, afro-americanos y campesinos; en fin, a esos pueblos, poco o nada les ha importado el reconocimiento que occidente o la ciencia haga de sus hallazgos ancestrales, pues además el ocultamiento de sus saberes, esos hombres hacen parte de saberes donde es tan normal lo que para nosotros parece anormal.
Hoy, lo más bello que le está pasando a la ciencia es que ya empieza a reconocer la posibilidad de otras racionalidades que actúan sobre la materia, sobre todo a partir de teorías y experiencias como el colapso de la función de onda, la polarización de los fotones, el principio de incertidumbre, entre otros.
Científicos reconocidos mundialmente han establecido este diálogo de saberes que igualmente respeta lo físico, lo místico y lo metafísico, pero más aún, se han adentrado de tal manera en otras dimensiones de fenómenos, que en esa confluencia oriente-occidente han aparecido teorías que dentro de su nueva racionalidad también han sido consideradas por la ciencia. Tal es el caso de David Bohm, quien en colaboración con el neurofisiólogo Karl Pribran construye la teoría holográfica del conocimiento: el cerebro es un holograma que interpreta un mundo holográfico; reconociendo de esta forma el concepto budista o hinduista, retomado en Matrix, de que esta realidad que vivimos no es más que una ilusión –Maya en sánscrito-.
Desde otros campos son numerosos los aportes a una visión diferente de la realidad y racionalidad que ayudan a transformar el paradigma instrumental hasta ahora vigente. El antropólogo George Balandier desde el Mito y los Análisis del Caos; Carlos Castaneda desde la concepción indígena americana; toda la sabiduría del Zen, del Ayurveda y en general de las disciplinas orientales y los saberes milenarios del hombre del paleo-americano, del afro-americano y el campesino tradicional.
Pero quizá lo más bello y digno de admirar en éste dialogo de racionalidades y saberes es que se siga manteniendo dentro del respeto mutuo a las diferentes formas de pensamiento, concepciones y paradigmas; puesto que de no seguir siendo así –como lo pretenden las multinacionales farmacéuticas a través del TLC- su racionalidad vital se verá vulnerada en su esencia, desvirtuada, y una vez más se perderá la posibilidad de explorar nuevos territorios de la realidad, del pensamiento y del conocimiento.

El camino de las investigaciones
Cuando hablamos de realidades y racionalidades no convencionales para occidente, nos referimos a aquellos fenómenos que están inmersos en el paradigma social; es decir, que no han sido reconocidos por la ciencia, y al no serlo, tampoco son avalados por una política oficial o estamento gubernativo. Sólo hasta hace muy poco comienzan a reconocerse otras formas del pensamiento.
Lo que se pretende con este diálogo de racionalidades, es entonces "forzar" a la ciencia a aceptar que no es la única que tiene el criterio de verdad frente al análisis, explicación y predicción de los eventos y fenómenos que acaecen en el mundo de la materia, la energía y el espacio. La ciencia, finalmente terminará por aceptar que somos una composición de materia, energía y espíritu. Esto conlleva a estudiar, analizar, y divulgar tanto las antiguas como las nuevas formas de conocimiento, pensamiento y lenguaje, no aceptadas como lógicas por la racionalidad convencional.
En ese entramado de la ciencia formal y otras racionalidades, surgen las preguntas. ¿Qué es entonces lo real y qué es lo "irreal" o fantástico? ¿Por qué una nueva forma de pensar la realidad, el tiempo, el espacio, y los eventos, causa un impacto tan profundo en la racionalidad occidental al punto que nos aterramos? ¿Por qué decimos no creer en el tarot, I ching, cartomancia, quiromancia, numerología, cábala, lectura del tabaco y un buen número de realidades y racionalidades adivinatorias propias de nuestro entorno? ¿Por qué desde la institucionalidad oficial, desde el púlpito del sacerdote, del pastor, del juez, del profesor, del médico alópata, se sataniza la radiestesia, la brujería, el chamanismo, la cábala, la numerología, el budú, la etno-medicina, la homeopatía, la acupuntura, la terapia neural, la "medicina" tradicional (indígena-campesina), las danzas rituales, las ceremonias, la astrología, la meditación, la aromaterapia, entre otras, si estas realidades y racionalidades terapéuticas, son tan válidas como la ortodoxa, nada tóxicas, que ponen en evidencia una metafísica, no por primitiva menos sutil, que da cuenta de la situación del hombre-naturaleza-cosmos.

La trilogía Vida-Forma-Pensamiento
¿Qué está acaeciendo aquí, ahora y en el futuro inmediato en nuestro ser espiritual, naturaleza y racionalidad para que se den aperturas a otras lógicas subyacentes al ser, al quehacer, al pensar y al sentir de nuestra humanidad? Divergentes lógicas que de verdad, si responden a la complejidad del entramado hombre-naturaleza-cosmos.
¿Qué se nos avecina en el nuevo orden cósmico que se inicia a partir del 21 de marzo de cada año y en especial, qué nos sucederá a los seres humanos en El Gran Cambio Cósmico que se inicia el 22 de diciembre del año 2012?
De no darse el diálogo entre la ciencia y las otras racionalidades, se avizora para la ciencia y la humanidad, lo sabemos por experiencias del pasado, un nudo de flujos encontrados, parecidos a las múltiples corrientes marinas que provocan los mega-tsunami que se levantan y se desplazan arrasando todo lo que encuentran a su paso, dejándonos en un obscurantismo milenario.

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