viernes, 29 de agosto de 2008

“Consumir drogas visionarias es buscar compulsivamente estados modificados de conciencia”

El antropólogo y psicólogo catalán, Josep Maria Fericgla, se dedicó a estudiar y a experimentar en la etnocognición, un término que se relaciona con la etnopsicología o la antropología cognitiva que son los procesos mentales que se dan durante los estados modificados de conciencia.

Emprendió su trabajo como antropólogo relacionando el imaginario colectivo con la formación de tramas simbólicas de diversas sociedades. Realizó estudios de campo en el Kurdistán turco y en el Magreb marroquí. También emprendió una investigación entre los shuar de la amazonía ecuatoriana, un pueblo que actualmente está en proceso de aculturación y que aun conserva el uso de sustancias psicoactivas, tanto en el chamanismo como en la resolución de conflictos cotidianos. Aquí nació el interés de Josep Maria Fericgla por el empleo de la ayahuasca, que con sus propiedades enteogénicas es usado en el chamanismo desde tiempos remotos.
De regreso a Europa, intentó adaptar el empleo de las técnicas de modificación de la conciencia (como la respiración holorénica, basada en la hiperventilación) en las sociedades occidentales. Así nacieron los talleres y seminarios que dirige, en los que prepara a las personas para enfrentar experiencias activadoras de estructuras, así como la formación terapéutica en un marco estructurado y marcadamente iniciático.
Organiza también el Congreso Internacional para el Estudio de los Estados Modificados de Conciencia, centrados en la etnobotánica, el chamanismo, las terapias y la ayahuasca.

“La modificación de conciencia es un estado de la mente profundamente enraizado en el ser humano y núcleo de muchos de los valores culturales, tradicionales y actuales, donde las coordenadas fundamentales del ego desaparecen. Se derrumba la concepción ordinaria del tiempo y del espacio”, comienza diciendo el antropólogo y continúa: “Esto se busca en nuestra sociedad pero sin el carácter místico. La forma más extendida de procurarse un estado modificado de conciencia es a través de la televisión y el cine. Aunque sean estados muy superficiales, cuando alguien ve una película se encuentra en un estado modificado de conciencia, ya que se identifica completamente con la historia que le cuentan”.
-¿Qué pasa con las drogas?
-Hoy en día, consumir drogas visionarias es buscar compulsivamente estados modificados de conciencia. Pero el ser humano siempre ha buscado recursos. Los chamanismos son técnicas arcaicas del éxtasis para buscar estados modificados de conciencia. Hay que tener en cuenta que los artistas de todas las épocas han buscado recursos químicos o técnicas de meditación con objetivos creativos. Las personas con una necesidad religiosa también buscan técnicas para modificar ese estado y sentir la experiencia de la divinidad dentro de sí. A fin de cuentas, la espiritualidad es la experiencia de lo transpersonal, es decir, que pertenecemos a una red viva más allá de nuestro límite corporal y psicológico.
-En un estado de conciencia ampliada, cuando no hay tiempo ni espacio ni ego, ¿qué hay?
-Hay un universo fantástico. Generalmente, lo primero que hay es una experiencia de paz. Siempre y cuando uno esté en paz consigo mismo. Porque, de hecho, ampliar la conciencia no significa salir de uno mismo, sino derrumbar estos límites de automatismos y condicionamientos que habitualmente dirigen nuestras vidas.
-¿Cómo es esa paz?
-Una empatía espiritual con el entorno muy difícil de describir. Con frecuencia, lo que también se encuentra es la posibilidad de verse uno mismo desde afuera.
-¿Cómo?
-La palabra éxtasis tiene etimología griega y significa literalmente "verse a uno mismo desde afuera". Entonces, la experiencia extática profunda, buscada por todo ser humano con más o menos conciencia de ello, es la posibilidad que tenemos de vernos a nosotros desde afuera, y, por tanto, de observar nuestros condicionamientos y los límites de nuestro propio ego.
-¿Cómo es posible?
-Los budistas hablan del testigo, esa conciencia exterior que uno busca para poderse observar. Los sufís hablan de estar en el mundo sin ser del mundo para referirse a la capacidad de verse. Los mayas precolombinos hablaban del ojo desencarnado. Y cualquier técnica psicoterapéutica contemporánea seria lo primero que busca es que el paciente se pueda ver a sí mismo en sus conductas compulsivas para que vaya tomando conciencia de dónde nacen. Esto es lo que se encuentra en un estado modificado de conciencia.
-¿Con psicótropos?
-El término que se usa en los ámbitos técnicos es el de enteógeno. Alucinógenos o psicótropos son términos incorrectos. El psicótropo es cualquier sustancia que afecta a la mente; por tanto el café es psicótropo, igual que los barbitúricos o los hipnóticos que venden en las farmacias para dormir. Enteógeno es algo que despierta dentro de uno la experiencia de la divinidad.
-¿Qué le produce consumir enteógenos?
-Nunca miedo, pero sí mucho respeto. Jamás puede convertirse en una costumbre vana traspasar los límites del ego, que es donde nos sentimos encarcelados, pero cómodos también. Es siempre una experiencia muy seria. Pero no tengo miedo. Llevo muchos años investigando: he estado nueve años con chamanes amazónicos, experimentando conmigo mismo diversos enteógenos.
-¿Qué es para usted la felicidad?
-Es algo que nunca hay que buscar. Es el regalo que nos hace lo indescriptible cuando uno está en su camino en este mundo. Cuando una persona está ocupando su espacio y haciendo lo que le toca hacer dentro del esquema cósmico, entonces se siente feliz. Y a veces la felicidad implica bienestar y alegría; a veces implica un compromiso doloroso con alguna ideología o con alguna relación personal.
-¿Y de ahí que nunca haya que buscar la felicidad?
-Pretender buscarla es como querer agarrar el agua o el viento con las manos. Uno puede experimentar el efecto agradable del agua, sobre todo en verano, pero querer agarrarla con las manos es un esfuerzo intrínsecamente inútil. No hay que buscarla.

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