jueves, 21 de mayo de 2009

La felicidad y el regocijo se originan en la vida interior

El Libro de Urantia

Hablar de felicidad en tiempos de crisis pareciera ser una ironía, sin embargo es el momento más propicio para convencernos que la verdadera felicidad no depende de lo que se tenga, sino de lo que uno logre Ser y experimentar. La felicidad se origina en nuestro interior.


La felicidad se dice que es efímera, porque se la suele identificar con los afectos o con los acontecimientos favorables de nuestro entorno, pero ella es algo mucho más integral y profundo, no pertenece al campo restringido de las cosas externas, porque "las seguridades temporales son vulnerables, en cambio las certezas espirituales son permanentes".

El sólo hecho de sentirnos hijos de Dios, de saber que una parte de él mora en nosotros, debería ser un motivo de profunda paz y felicidad interna, debería ser un estado de conciencia que brota desde nuestro espíritu, dando una nueva percepción y nueva vida a la totalidad de nuestra existencia, porque "los individuos nacidos del espíritu reciben una motivación nueva en la vida" que les permite decir "he aprendido a contentarme con todo, cualquiera sea mi situación" y no con un espíritu de resignación, sino con la convicción de que nada en esta vida nos ocurre por casualidad, que todo es el Efecto de una Causa y que todo es una lección de la Maestra Vida para que crezcamos en amor y sabiduría.

Valorar lo mucho que tenemos y hacer de la alegría nuestra mejor aliada, son los ingredientes básicos para mantener la felicidad en nuestro corazón, que de esta forma se llenará de amor y estará siempre dispuesto a compartir con los demás esa sonrisa que tanto nos acerca a los otros, porque ella derrite el hielo de la indiferencia, derrota la ira y el enojo más que cien palabras juntas, porque la sonrisa aun cuando es silenciosa está impregnada de bondad y comprensión.

"Un corazón alegre hace tan bien como una medicina. Los mansos heredarán la tierra y se regocijarán en la abundancia de la paz. Porque así como el que siembra iniquidad cosechará calamidad y quien siembra vientos recoge tempestades" quien siembra sonrisas cosechará la felicidad porque "la senda de los justos es como una luz resplandeciente que hace al día perfecto".

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