miércoles, 20 de mayo de 2009

En el espacio estamos

Desde la Tierra, el cosmos o el cielo parecen un telón de fondo, una escenografía eterna, engañosa, fácil de evadir en las ciudades y muy poco integrada a lo cotidiano sino es por las necesidades diarias de prevención que da el servicio meteorológico.

Tan ilusorio es nuestro cielo que el día celeste y nos alegra. Sin embargo no es más que un efecto óptico de los rayos solares atravesando la atmósfera. Una vez que el sol se oculta, la realidad del espacio, llena de soles, nos acompaña. También ilusión es que el tamaño de nuestro astro Sol se vea similar al de la Luna, desde acá, la Tierra. Pero sabemos, que la Luna es 400 veces más chica que el Sol.
En ilusión vivimos, sin tiempo para reparar en dimensiones cósmicas ni movimientos planetarios. Pero estamos parados en un planeta, al que superpoblamos de voluntades humanas y seres vivos; estamos en el espacio, girando alrededor del Sol. Fuente de luz y vida. Y la Luna girando alrededor nuestro, administrando su luz y energía.
Por estar en el espacio, los cambios tan sugestivamente miedosos que se nos vaticinan son crueles ideas del hombre y no características de la vida del universo. Debemos ajustarnos al cambio que es lo único permanente, tal vez en procesos iremos transitando finales, algunos diluvios, terremotos, catástrofes podrán topar con nuestras metas, enfermedades, virus tormentosos y mortales pueden estar recorriendo la faz de la Tierra, pero la vida continúa en su magnificencia.
Si el cambio es lo permanente, también así lo es la adaptación. Nos adaptamos como recurso más natural a todo clima, ámbito, estado y situación. Hemos mutado y desarrollado funciones que todavía siguen expandiéndose en el tiempo de esta dimensión que vivimos. Y mientras siga una vida, seguirá la vida.

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