jueves, 15 de enero de 2009

El Evangelio Acuario de Jesús el Cristo (177)

Jesús aparece plenamente materializado en el templo de Jerusalem. Reprende a los gobernantes de los judíos por su hipocresía. Se les revela y ellos retroceden en terror. Aparece a los apóstoles en casa de Simón. Tomás se convence.

1. Era el día sábado y muchos sacerdotes escribas y fariseos estaban en el templo de Jerusalem. Calafas, Annás y otros gobernantes de los judíos estaban allí.
2. Un extraño entró en traje de pescador y preguntó: “¿Qué es de Jesús que es llamado el Cristo? ¿No enseña hoy el templo?”
3. Los judíos contestaron: “Ese hombre de Galilea fue crucificado hace una semana, porque era un hombre peligroso, un hombre vil y sedicioso.”
4. El extraño preguntó: “¿Dónde pusisteis el cuerpo de este hombre de Galilea? ¿Dónde está su tumba?”
5. Los judíos contestaron: “No lo sabemos; sus prosélitos vinieron de noche y se robaron el cuerpo de la tumba en que descansaba y ahora declaran que se ha levantado de entre los muertos.”
6. El extraño preguntó: “¿Cómo sabéis que sus discípulos se robaron el cuerpo de la tumba? ¿Hubo algún testigo de este robo?”
7. Los judíos contestaron: “Tuvimos cien soldados en el lugar y todos ellos declaran que los discípulos se robaron el cuerpo de la tumba.”
8. El extraño dijo: “¿Se me podría presentar uno de todos estos cien soldados y decirme: Yo vi robar el cuerpo de la tumba?”
9. Los judíos contestaron: “No lo sabemos. Son hombres verídicos. No podemos dudar de su palabra.”
10. El extraño dijo: “Vosotros sacerdotes, escribas y fariseos, escuchadme: yo fui testigo de los hechos, yo estuve en el jardín de Siloam. Yo estuve entre los cien hombres.”
11. “Y yo sé que ninguno de los cien hombres diría: Yo vi robar el cuerpo de la tumba.”
12. “Y yo testificaré ante el Dios, del cielo y de la tierra, que su cuerpo no fue robado de la tumba: que el hombre de Galilea se ha levantado de entre los muertos.”
13. Entonces los sacerdotes, los escribas y los fariseos se precipitaron a capturarlo y arrojarlo afuera.
14. Pero instantáneamente el pescador se convirtió en una forma radiante de luz, y los sacerdotes, los escribas y fariseos retrocedieron en terror mortal. Habían visto al hombre de Galilea.
15. Y Jesús mirando a los hombres aterrorizados, dijo: “Este es el cuerpo que apedreasteis afuera de las puertas de la cuidad y que crucificasteis en el Calvario.”
16. “Miradme las manos, los pies, el costado y ved las heridas que los soldados me hicieron.”
17. “Si creéis que soy un fantasma hecho de aire, venid y tocadme. Los espectros no llevan carne y huesos.”
18. “Vine a la tierra para demostrar la resurrección de los muertos, la transmutación de la carne del hombre tangible en carne de hombre divino.”
19. Entonces Jesús levantó las manos y dijo: “La paz sea con cada uno de vosotros. Buena voluntad para toda la humanidad.” Y en ese instante desapareció.
20. Ahora bien, Tomás no había visto al Señor desde que se había levantado de entre los muertos, y cuando los diez le aseguraban que le habían visto y habían hablado con él. Tomás dijo:
21. “Hasta que yo vea las huellas de los clavos en las manos y en los pies, y de la lanza en el costado y hable con él, como he hablado con él antes, no tengo razón para creer que se haya levantado de entre los muertos.”
22. En casa de Simón, en Bethania, se han reunido los hombres de Galilea. Era la velada del primer día de la semana y al día siguiente debían regresar todos a sus casas.
23. Todos los once apóstoles están allí. Las puertas estaban carradas con barrotes y Jesús vino y dijo: “La paz sea con vosotros.”
24. Y entonces dijo a Tomás: “Amigo: ¿No sabes que me he levantado de entre los muertos? El momento ha llegado de que lo sepas.”
25. “Ven acá. Ve las huellas de los clavos en las manos y la herida de la lanza en el corazón y háblame como frecuentemente hablas conmigo.”
26. Y Tomás vino y vio y entonces exclamó: “Mi maestro y mi señor. Ahora ya creo. Se que te has levantado de entre los muertos.”
27. Y Jesús dijo: “Porque me ves, crees, y benditos son tus ojos.”
28. “Pero tres veces benditos son los que no me ven y sin embargo creen.”
29. Entonces Jesús desapareció de su vista, pero los discípulos quedaron establecidos en fe.

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