lunes, 5 de enero de 2009

El Evangelio Acuario de Jesús el Cristo (167)

Jesús ante Pilato. Lo declara no culpable. Jesús ante Herodes; es maltratado y regresa a Pilato quien otra vez lo declara inocente. Los judíos demandan su muerte. La mujer de Pilato le ruega que no se mezcle en nada en el castigo de Jesús. Pilato llora.

1. En el palacio del gobernador romano, los judíos no entraron, temerosos de ser contaminados y de no ser dignos de asistir a la fiesta pascual; pero condujeron a Jesús al patio del palacio, donde Pilatos lo encontró.
2. Y Pilato dijo: “¿Qué es todo este tumulto tan temprano en el día? ¿Qué es lo que pedís?”
3. Los judíos contestaron: “Traemos ante ti a un hombre malo y sedicioso.”
4. “Ha sido juzgado y ha sido declarado traidor a nuestras leyes, a nuestra nación y al gobierno de Roma.”
5. “Solicitamos que lo sentencies a morir en la cruz.”
6. Y Pilato dijo: “¿Por qué lo traéis ante mi? Id y juzgadle vosotros mismos.”
7. “Vosotros tenéis vuestras leyes y con la sanción de la ley romana, tenéis el derecho de ejecutar.”
8. Los judíos contestaron: “No tenemos autorización de crucificar; y siendo este hombre traidor a Tiberio, nuestros consejeros opinan que debe sufrir la muerte más humillante, la crucifixión.”
9. Pero Pilato dijo: “Nadie puede ser declarado criminal de acuerdo con la ley romana, antes que se haya recibido toda la prueba y que se haya permitido al acusado defenderse.”
10. “Por lo tanto, tomaré vuestro libelo de acusaciones junto con las pruebas que tengáis y juzgaré según la ley romana.”
11. Los judíos habían hecho una copia de sus acusaciones en el lenguaje de las corte romana, y a ese líbelo agregaron:
12. “Acusamos a Jesús de ser enemigo de Roma; de que preconiza que los hombres no deben pagar tributo a Tiberio.”
13. Pilato tomó el Líbelo. Sus guardias condujeron a Jesús escalera arriba al salón del palacio.
14. Y Jesús estuvo de pié ante el gobernador romano y Pilato leyó las acusaciones de los judíos y dijo:
15. “¿Qué contestas a este líbelo? ¿Estas acusaciones son verdaderas o falsas?”
16. Y Jesús dijo: “¿Por qué he de defenderme ante un Tribunal de la tierra? Estas acusaciones han sido confirmadas por perjuros; ¿qué necesito decir?”
17. “Sí, soy rey. pero el hombre material no puede contemplar al rey, ni alcanzar a ver el reino de Dios. Está adentro.”
18. “Si yo hubiera sido rey como los hombres tangibles son reyes, mis sirvientes me hubieran defendido y yo no me hubiera entregado de mi voluntad a las finuras de la ley judaica.”
19. “No apelo a los testimonios de los hijos de hombres. Dios es mi testigo; y son mis palabras y mis hechos los que dan testimonio de la verdad.”
20. “Y todo hombre que comprenda la verdad dará meditación a mis palabras, y en su alma, en lo interno, será mi testigo.”
21. Y Pilato dijo: “¿Qué es la Verdad?”
22. Y Jesús dijo: “La Verdad es el Dios que sabe. Es el uno inmutable. La Santa Respiración. La Sabiduría es la verdad. Ella es inmutable e imperecedera.”
23. Entonces Pilato volvió a los judíos y les dijo: “Este hombre no es culpable de crimen alguno. No puedo sentenciarle a pena de muerte.”
24. Entonces los judíos, creciendo grandemente la borrasca gritaron en voces muy altas, diciendo: “Nuestro Concejo seguramente sabe. Los hombres que más saben en nuestra tierra le han declarado culpable de una veintena de crímenes.”
25. “Pervertirá a la nación judaica, derribará la dominación romana y se hará rey. es un criminal venido de Galilea. Hay que crucificarle.”
26. Entonces Pilato dijo: “Si Jesús es de Galilea, está bajo la jurisdicción del gobernador de Galilea quien debe juzgarle.”
27. Ahora bien, Herodes había llegado de Galilea y con su cortejo estaba en Jerusalem.
28. Y Pilato le mandó al Señor, encadenado. Le envió también una copia de la acusación de los testigos de los judíos y le pidió que juzgara el caso.
29. Y Herodes dijo: “He oído mucho acerca de este hombre y estaré muy complacido en verle en mi corte.”
30. Y entonces preguntó al Señor que expusiera su derecho, sus doctrinas y sus finalidades.
31. Y Jesús no contestó ni una palabra. Y Herodes se enfureció y dijo: “¿Insultas al gobernador de la tierra negándote a contestar?”
32. Y entonces llamó a sus guardias y les dijo: “Tomad a este hombre y torturadle hasta que conteste.”
33. Los guardias tomaron a Jesús y le golpearon; se burlaron de él; lo cubrieron con una túnica regia; hicieron de espina una corona y se la pusieron en la cabeza; le colocaron en las manos un carrizo roto.
34. Y entonces le decían burlescamente: “¡Salid a ti, rey regio! ¿Dónde están tus ejércitos y tus guardias? ¿Dónde están tus súbditos y tus amigos?”
35. Pero Jesús no habló ni una sola palabra. Entonces Herodes lo devolvió a Pilato con la siguiente esquela de cortesía:
36. “Meritísimo Consejero de Roma: he examinado todas las acusaciones y testimonios que me has enviado respecto a este hombre sedicioso de Galilea y, a bien puedo declararle culpable de los crímenes que le imputan.”
37. “Resigno en ti mis derechos de juez porque eres superior a mí en poder. Aprobaré cualquier fallo que des en el asunto.”
38. Ahora bien, Pilato y el tetraca habían sido enemigos; pero los sucesos de esta hora destruyeron esa enemistad y desde entonces fueron amigos.
39. Cuando Jesús fue traído otra vez a la Corte de Pilato, el gobernador romano compareció ante los acusadores del Señor y dijo:
40. “No puedo encontrar que este Nazareno sea criminal como se le acusa; no hay pruebas que justifiquen la pena de muerte. Voy pues a hacerle azotar y a dejarle en libertad.”
41. Los judíos gritaron furiosamente: “No es dable que un hombre tan peligroso viva. Hay que crucificarle.”
42. Entonces Pilato dijo: “Os pido que esperéis un rato. Y entonces fue a la cámara interna y se sentó en pensamiento silente.”
43. Mientras meditaba, su esposa, una buena mujer, elegida entre los galos, entró y dijo:
44. “Te ruego Pilato que me escuches. Cuídate de lo que hagas en esta hora. No toques a este hombre de Galilea. Es un hombre santo.”
45. “Si azotas a este hombre, azotas al hijo de Dios. Anoche lo vi todo en una visión demasiado vivida para que pueda ser considerada como un mero sueño.”
46. “Vi a este hombre caminar sobre las aguas del mar. Le oí hablar y calmar una tormenta feroz. Le vi volando con alas de luz.”
47. “Vi a Jerusalem, en sangre; vi caer las estatuas de los Césares; vi un velo que ocultaba el sol; y el día era tan oscuro como la noche.”
48. “La tierra que yo pisaba, temblaba como una caña movida por el viento. Te digo Pilato que si bañas tus manos en la sangre de este hombre, ya puedes temer el ceño de Tiberio y las maldiciones de los senadores.”
49. Y diciendo esto salió. Y Pilato lloró.

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