miércoles, 29 de octubre de 2008

Evangelio Acuario de Jesús El Cristo (99)

Continuación del Sermón de la Montaña. Jesús revela a los doce los aspectos espirituales del noveno mandamiento.

“La Ley dice: No mentirás. A los ojos de la ley, para que un hombre mienta, tiene que decir con palabras lo que no es verdadero.”
“Pero la luz del espíritu de la ley, el engaño, en cualquier forma, es mentira.”
“Se puede mentir con la mirada, con la expresión, con el acto. Más aún se puede engañar con el silencio, resultando así culpable a la Santa Respiración.”
“En los tiempos antiguos se decía: No jurarás por tu propia vida.”
“Más os digo: No juraréis por nada: ni por la cabeza, ni por el corazón, ni por el ojo, ni por la mano, ni por el sol, ni por la luna, ni por las estrellas.”
“Ni por el nombre de Dios, ni por el nombre de ningún espíritu, bueno o malo.”
“No juraréis por cosa alguna; porque no se saca provecho de jurar.”
“Un hombre cuya palabra tiene que ser respaldada con un juramento, cualquiera que éste sea, no merece confianza ni de Dios, ni del hombre.”
“Por juramento no se puede hacer caer ni una hoja de un árbol, ni cambiar el color de un cabello.”
“El hombre que vale simplemente habla. Y los hombres saben que dice la verdad.”
“El hombre que se derrama en palabras para hacer creer a los hombres que está hablando la verdad, simplemente está haciendo una cortina de humo para ocultar tras ella una mentira.”
“Hay muchos hombres aparentemente con dos corazones; hombres que sirven a dos amos al mismo tiempo, dos amos muy antagónicos.”
“El hombre pretende adorar a Dios el sábado y corteja a Beelzebuth el resto de la semana.”
“Ningún hombre puede servir a dos señores al mismo tiempo, como no puede cabalgar en dos asnos al mismo tiempo, que marchan en direcciones opuestas.”
“El hombre que pretende adorar a Dios y a Beelzebuth es enemigo de Dios, es un diablo piadoso y una maldición de los hombres.”
“Y los hombres no pueden acumular al mismo tiempo tesoros en el cielo y en la tierra.”
“Si es así, yo os digo: Elevad vuestros ojos y ved la bóveda de los cielos y depositad allí toda joya.”
“Donde el orín y la polilla no pueden destruirlas, donde los ladrones no puedan asaltarlas ni robarlas.”
“No hay en la tierra bóveda de seguridad; ni lugar seguro contra la polilla, oxidación y robo.”
“Los tesoros de la tierra no son sino cosa fugitivas que tarde o temprano desaparecen.”
“No os engañéis. Vuestros tesoros ansían el alma. De allí que donde están vuestros tesoros allí está vuestro corazón.”
“No fijéis pues vuestros corazones en las cosas de la tierra; no os angusties por las cosas que comeréis, que beberéis, que os vestirán.”
“Dios cuida de quienes confían en él y sirven a la raza.”
“Observad las aves: alaban a Dios en sus cantos; la tierra es más gloriosa por su servicio de goce; Dios las retiene en la palma de la mano.”
“Y ni un solo gorrión cae en la tierra sin su cuidado y cada uno que cae se levantará otra vez.”
“Observad las flores: Simplemente confían en Dios y crecen, y hacen resplandecer la tierra con su belleza y su perfume.”
“Observad los lirios, mensajeros de amor santo: ningún hijo del hombre, ni siquiera Salomón con toda su excelencia, se vistió jamás como ellos.”
“Y sin embargo todo lo que ellos hacen es sencillamente confiar en Dios, alimentarse de su mano y reclinar sus cabezas en descanso en el seno de él.”
“Ahora bien, si Dios así viste y alimenta las flores y las aves que simplemente hacen su voluntad, ¿la ley no alimentará a sus hijos cuando ellos confíen en él?”
30. “Buscad primero el reino interior del alma, la justicia de Dios, el bien del hombre y no morireis y Dios os protegerá, os vestirá y alimentará.”

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