sábado, 18 de octubre de 2008

El Evangelio Acuario de Jesús el Cristo (89)

Los doce apóstoles en la casa de Jesús. Son consagrados a su trabajo. Jesús los instruye. Va a la sinagoga el sábado y enseña. Arroja un espíritu no limpio de un obseso. Cura a la suegra de Pedro.

1. En el día anterior al sábado los doce que habían recibido la llamada se reunieron de propia iniciativa en el hogar de Jesús.
2. Y Jesús les dijo: “Este es el día de vuestra consagración al trabajo de Dios. Oremos pues.”
3. “Tornemos de lo interior al ego interno, cerremos todas las puertas del ego carnal y esperemos.”
4. “La Santa respiración llenará este lugar y sereis bautizados en la Santa Respiración.”
5. Entonces oraron. Y una luz más brillante que la del sol del mediodía llenó todo el cuarto y de cada cabeza se elevaba alta en el aire, una llama.
6. La atmósfera de Galilea vibraba; un sonido como de trueno lejano retumbaba sobre Cafarnaum, y los hombres oían cantos como si diez mil ángeles se hubieran congregado.
7. Y los doce discípulos oyeron una voz pequeña y queda que decía una sola palabra que ellos no podían pronunciar: era el nombre sagrado de Dios.
8. Y Jesús les dijo: “Con esta palabra que todo lo crea se puede controlar los elementos, y todos los poderes del aire.”
9. “Cuando habléis esta palabra dentro de vuestra alma, tendréis el dominio y la llave de la vida y de la muerte, de las cosas que son; de las cosas que fueron; y de las cosas que serán.”
10. “Mirad que sois las doce ramas de la vid cristiana; las doce piedras sillares de los cimientos; los doce apóstoles de Cristo.”
11. “Como corderos os mando entre bestias salvajes; pero la palabra que todo lo crea será vuestra coraza y vuestro escudo.”
12. Y el aire volvió a llenarse de cantos y toda cosa viviente parecía decir: “Alabado sea Dios. Amén.”
13. El día siguiente era sábado y Jesús fue con sus discípulos a la sinagoga, y allí enseñó.
14. Las gentes decía: “Enseña, no como enseñan los escribas y los fariseos, sino como hombre que sabe y que está autorizado para hablar.”
15. Y mientras Jesús hablaba un obseso vino; los espíritus malos que habían obsesionado a este hombre eran de la más baja especie. Con frecuencia derribaban a su víctima al suelo o sobre el fuego.
16. Y cuando los espíritus vieron al maestro cristino en la sinagoga, lo reconocieron y dijeron,
17. “¿Por qué, hijo de Dios: por qué estás aquí? ¿Vas a destruirnos antes de tiempo con la Palabra? No tenemos nada en común contigo, déjanos solos.”
18. Pero Jesús les dijo: “Hablo la palabra que todo lo crea. ¡Salid! ¡Afuera! ¡No entormenteis más a este hombre! ¡Idos a vuestro lugar!”
19. Entonces todos los espíritus no limpios arrojaron al hombre en tierra, y con un grito horrible partieron.
20. Y Jesús levantó al hombre y le dijo: “Si mantuvieras tu mente plenamente ocupada con el bien, los malos espíritus no encontrarían sitio en que estar.”
21. “Sólo entran en cabezas y corazones vacíos. Andate y no vuelvas a pecar.”
22. Las gentes estaban asombradas de las palabras que Jesús había dicho. Y del trabajo que acababa de hacer. Y entre ellos decían:
23. “¿Quién es este hombre? ¿De donde le viene todo este poder que hasta los espíritus impuros le temen y huyen de él?”
24. El maestro cristiano salió de la sinagoga. Con Pedro, Andrés, Santiago y Juan fueron a casa de Pedro donde una paciente cercana de Pedro estaba enferma.
25. Y vino la mujer de Pedro, era su madre quien estaba enferma.
26. Y Jesús tocó a la mujer acostada en su cama; habló la palabra, la fiebre cesó y la enferma se levantó y los sirvió.27. Los vecinos oyeron lo que había ocurrido y empezaron a traer a sus enfermos y a sus obsesos, y Jesús ponía sus manos en ellos y quedaban curados.

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