sábado, 23 de agosto de 2008

Evangelio Acuario de Jesús El Cristo (33)

Jesús enseña al común de gente al lado de un arroyo. Les dice como se adquiere la felicidad. Relata la parábola del terreno de roca y del tesoro oculto.

1. En silente meditación, Jesús se sentó al lado de un arroyo. Era día de fiesta y muchos de la casta de los sirvientes estaban cerca.
2. Y Jesús vio las huellas duras que el trabajo angustiado había impreso en cada cara y en cada mano. Notó que no había expresión placentera en ninguna de estas caras, y que no había ni uno solo en todo el grupo que pueda pensar en cosa alguna como no sea en trabajo angustiado.
3. Y Jesús habló a uno y le dijo: “¿Por qué estáis todos tristes? ¿No tenéis alguna felicidad en la vida?”
4. El hombre contestó: “Escasamente conocemos el significado de esa palabra. Trabajamos angustiosamente para poder vivir, y nada esperamos como no sea trabajo angustioso, y bendecimos el día en que ya podemos cesar en nuestro amargo trabajo y acostarnos al descanso en la ciudad de los muertos de Buda”.
5. Y el corazón de Jesús se conmovió de piedad y de amor por estas víctimas del trabajo angustiado y dijo:
6. “El trabajo no debería entristecer a nadie. El hombre debería ser feliz cuando tiene trabajo. Cuando tras el trabajo hay esperanza y amor, la vida toda se satura de goce y de paz, y esto es el cielo. ¿No sabéis por ventura que tal cielo es para vosotros?”
7. El hombre contestó: “Del cielo hemos oído. Pero está tan lejos. Y debemos vivir muchas vidas antes de alcanzarlo.”
8. Y Jesús dijo: “Mi hermano hombre, tus pensamientos son erróneos, tu cielo no está lejos, ni es un lugar de fronteras y medidas, ni es un país al que hay que llegar, sino que es un estado mental.”
9. “Dios nunca hizo el cielo para el hombre; ni hizo jamás un infierno. Nosotros somos creadores y hacemos los nuestros propios.”
10. “Cesa pues, de buscar cielos en el firmamento. Simplemente abre las ventanas de tu corazón y como una inundación de luz, un cielo vendrá y traerá goce inenarrable, y el trabajo no será una tarea cruel.”
11. Las gentes estaban asombradas y comenzaron a agruparse en grandes masas a oír lo que el extraño joven maestro hablaba.
12. Y le imploraban que les dijera más acerca del Dios Padre; de los cielos que los hombres podían hacer sobre la tierra y del goce inenarrable.
13. Y Jesús entonces dijo una parábola: “Cierto hombre poseía un terreno cuyo suelo era duro y pobre.”
14. “Con trabajo ímprobo y constante, escasamente proveía el alimento indispensable para que la familia no muriera de hambre.”
15. “Un día acertó a pasar por ahí un minero que podía ver bajo la superficie de la tierra y contempló al hombre pobre y su terreno estéril.”
16. “Llamó al desconocido trabajador y le dijo: Hermano, ¿Sabes por ventura que exactamente debajo de la superficie de tu terreno árido yacen ocultos ricos tesoros?”
17. “Aras y siembras y cosechas miserablemente; y día tras día pisas sobre una mina de oro, y un depósito de piedras preciosas.”
18. “Esta riqueza no está en la superficie. Pero si cavas profundamente la roca y penetras en lo hondo de la tierra, nunca más necesitarás arar estérilmente.”
19. “El hombre le creyó. El minero seguramente sabe, díjose, y encontraré los tesoros ocultos en mi terreno.”
20. “Y cavó la roca dura y penetró lo hondo de la tierra y encontró una mina de oro.”
21. Y Jesús dijo: “Los hijos de los hombre laboran duramente en llanuras desiertas, entre rocas y arenas ardientes, haciendo lo que sus padres hicieron sin saber imaginar que pueden hacer otras cosas.”
22. “Mirad que el maestro viene y les habla de tesoros ocultos que ningún hombre alcanza a contar y que están escondidos bajo la densa roca de las cosas carnales.”
23. “De que en el corazón abundan las más ricas joyas; de que todo el que tenga voluntad puede abrir la puerta y encontrar la riqueza que yace dentro del corazón.”
24. Y entonces las gentes dijeron: “Haznos conocer la vía para que podamos encontrar la riqueza que yace dentro del corazón.”
25. Y Jesús abrió la vía, y los obreros vieron que la vida tenía otros aspectos y el trabajo se convirtió en goce.

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