martes, 19 de agosto de 2008

Evangelio Acuario de Jesús El Cristo (29)

Ajainín, sacerdote de Lahore, viene a Benares a ver a Jesús y mora en el templo. Jesús rehúsa una invitación a visitar el templo. Ajaín le visita durante la noche en la casa del campesino y acepta su filosofía.

1. Entre sacerdotes del templo de Benares estaba, como huésped un sacerdote de Lahoré, llamado Ajainín.
2. Por boca de los mercaderes oyó Ajainín hablar del joven judío, de sus palabras de sabiduría, y entonces se vistió y se fue de Lahore a ver al joven y a oírle hablar.
3. Los sacerdotes brahámicos no aceptaban la verdad que Jesús enseñaba y estaban muy enojados por lo que Jesús había dicho en la fiesta de Udraka.
4. Pero nunca habían visto al joven y mucho deseaban escuchar lo que decía, de modo que le invitaron a que viniera y fuese huésped del templo.
5. Pero Jesús les dijo: “La luz es muy abundante y brilla para todos: si queréis ver la luz, venid a la luz”.
6. “Si queréis oír el mensaje que el Uno Santo me ha encargado dar a los hombres, venid a mi”.
7. Y cuando los sacerdotes supieron la respuesta de Jesús se enfurecieron.
8. Pero Ajainín no participó de su ira, sino que mandó a otro mensajero con regalos costosos, a la casa del campesino, en la que moraba Jesús con el siguiente mensaje:
9. “Te ruego, Maestro, que escuches mis palabras; la ley brahmica prohíbe que sacerdote alguno salga de su residencia para ir a la residencia de alguien del estado bajo; pero tú puedes venir a nosotros.
10. “Estoy seguro de que los sacerdotes estarán deleitados de escucharte. Te ruego, pues, que vengas y que comas hoy con nosotros”.
11. Y Jesús dijo: “La Santa Respiración considera a los hombres iguales, la morada de mi anfitrión es suficientemente buena para cualquier reunión de los hijos de los hombres”.
12. “Si la soberbia de casta os mantiene alejados, no mereceis la luz. Mi Padre Dios no se preocupa de las leyes de los hombres.
13. “Os devuelvo vuestros regalos. No se puede comprar con oro u otras dádivas preciosas los conocimientos del Señor.”
14. Estas palabras de Jesús enojaron más y más a los sacerdotes quienes comenzaron a planear y conspirar como así podrían mandarlo fuera de la tierra.
15. Ajainín no participó en su conspiración y en sus planes, sino que, abandonando el templo en la noche, se fue al lugar donde Jesús moraba.
16. Y Jesús le dijo: “No hay noche donde brilla el sol; no tengo secretos que contarte, todo secreto queda revelado en la luz”.
17. Ajainín le dijo: “He venido de muy lejos, de Lahoré, para aprender la sabiduría antigua y este reino del Uno Santo del que tú hablas”.
18. “¿Dónde está este reino? ¿Dónde está el rey? ¿Quiénes son sus súbditos? ¿Cuáles son sus leyes?”
19. Y Jesús dijo: “Este reino no está lejos, pero el hombre no puede verlo con los ojos mortales: está dentro del corazón”.
20. “Es ocioso buscar al rey en la tierra, en el mar, ni en el firmamento; no le hallareis allí, y sin embargo está en todo lugar. Es el Cristo de Dios, es el amor universal”.
21. “El portón de sus dominios no es alto, de modo que el que ha de entrar tiene que prosternarse de rodillas. No es ancho de modo que nadie que lleve bultos carnales puede pasar”.
22. “El ego inferior tiene que transformarse en el ego espiritual; el cuerpo tiene que ser lavado en los arroyos vivientes de la pureza”.
23. Ajainín preguntó: “¿Puedo ser súbdito de ese rey?”
24. Y Jesús dijo: “Tú mismo eres un rey y puedes entrar por el portón y ser el súbdito del Rey de los Reyes”.
25. “Pero tienes que despojarte de las ropas sacerdotales; tienes que cesar de servir al Uno Santo por oro; tienes que dar tu vida y todo lo que posees, en servicio gustoso para los hijos de los hombres.”
26. Y Jesús no dijo más. Y Ajainín se fue. Y si bien no pudo comprender la verdad que Jesús había hablado, vio lo que no había visto nunca.
27. El plano de la fe jamás lo había explorado; pero en su corazón las semillas de la fe y de la fraternidad universal habían encontrado buen terreno.
28. Y en el viaje de regreso a su casa le acometió algo como un sueño y pasó a través de la noche obscura y al despertarse encontró que el sol de la Rectitud se había levantado: Había encontrado al Rey.
29. Y en Benares, Jesús moró por muchos días y enseñó.

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