domingo, 7 de diciembre de 2008

El Evangelio Acuario de Jesús el Cristo (138)

Los Cristianos en Jerusalem. Encuentran a un ciego de nacimiento. Jesús enseña una lección acerca de la causa de las enfermedades y de los desastres. Cura a un ciego.

1. Jesús con Pedro, Santiago y Juan se fueron a Jerusalem. Era sábado.
2. Y caminando por la vía vieron a un hombre que no podía ver, era ciego de nacimiento.
3. Y Pedro dijo: “Señor si las enfermedades y las imperfecciones son causadas por un pecado ¿quién fue el pecador en este caso? ¿Los padres o el hombre mismo?”
4. Y Jesús dijo: “Las aflicciones dadas son pago parcial de una deuda o de deudas que han sido contraídas.”
5. “Hay una ley de recompensa que nunca falla y que esta sintetizada en aquella regla verdadera de la vida.”
6. “Lo que un hombre haga a otro hombre, se lo hará a él.”
7. “Aquí es donde encontramos el significado de la Ley Judaica expresada sintéticamente en las palabras: diente por diente, vida por vida.”
8. “Aquel que hace un daño a cualquiera, con su pensamiento, su palabra o su hecho, es deudor ante la Ley y algún otro le hará daño con su pensamiento su palabra o hecho.”
9. “Quien derrame la sangre de cualquier hombre un día verá que otro hombre derramará la suya.”
10. “La aflicción es celda de prisión en la que un hombre tiene que permanecer hasta que haya pagado sus deudas a menos que una mente maestra lo liberte para que tenga una oportunidad mejor de pagar sus deudas.”
11. “La aflicción es signo seguro de que hay deudas que pagar.”
12. “Mirad a este hombre. En otra vida anterior fue un hombre cruel que de manera cruel destruyó los ojos de uno que era su semejante.”
13. “Los padres de este hombre en una ocasión dieron la espalda a un ciego desvalido, arrojándolo de su puerta.”
14. Entonces Pedro preguntó: “¿Pagamos nosotros las deudas de otros hombres cuando por la Palabra los curamos, cuando arrojamos espíritus que no han llegado a ser puros, cuando rescatamos a alguien de cualquier forma de sufrimiento doloroso?”
15. Y Jesús dijo: “Nadie puede pagar la deuda de otro hombre, pero por la Palabra podemos revelar a un hombre de sus aflicciones y desgracias.”
16. “Y libertarle, para que pueda pagar sus deudas, dando su vida en sacrificio voluntario por los hombres o por otras cosas vivientes.”
17. “Mirad que podemos libertar a este hombre para que mejor pueda servir a la raza y pagar así sus deudas.”
18. Entonces Jesús llamó al hombre y le dijo: “¿Quieres ser libre? ¿Quieres recibir la vista?”
19. El hombre contestó: “Todo lo que tengo lo daría con gusto y libremente si pudiera ver.”
20. Entonces Jesús tomó saliva y un poco de arcilla e hizo una pomada y la puso en los ojos del ciego.
21. Y habló la Palabra y en seguida dijo: “Ándate a Siloam y lávate. Y mientras te laves dí: Fahhevahe. Hazlo siete veces, y verás.”
22. Y el hombre fue guiado a Siloam, se lavó los ojos y habló la Palabra e instantáneamente sus ojos abrieron y vio.
23. Las gentes que le habían visto por muchos años a la vera del camino mendigando, estaban muy sorprendidas de que viera.
24. Decían: “¿No es este hombre aquel Job que nació ciego que se sentaba a la vera del camino y mendigaba?”
25. Al oírles hablar así entre ellos dijo: “Sí, yo soy aquel.”
26. Las gentes le preguntaron: “¿Cómo te curaste? ¿Quién te abrió los ojos?”
27. El dijo: “Un hombre a quien llaman Jesús hizo un remedio de arcilla y me lo puso en los ojos y me ordenó decir una palabra y lavarme en Siloam siete veces. Hice lo que me ordenó, y ahora veo.”
28. Un cierto escriba pasaba y vio al hombre y le oyó decir Jesús, por la Palabra, le había abierto los ojos.
29. Entonces lo llevó a la Sinagoga, donde refirió la historia a los sacerdotes quienes interrogaron al hombre acerca del milagro.
30. El hombre contestó: “Nunca vi la luz hasta hoy día; pues fui ciego de nacimiento.”
31. “Esta mañana cuando estaba sentado al lado de Siloam, un hombre al que no conocía puso en mis ojos un remedio que dicen las gentes que fue hecho de arcilla; me ordenó decir una palabra y bañarme los ojos siete veces. Hice lo que me ordenó y vi.”
32. Un abogado le preguntó: “¿Quién fue el que te abrió los ojos?”
33. El hombre dijo: “Algunos dicen que su nombre es Jesús y que vino de Galilea; pero otros dicen que es el hijo de Dios.”
34. Un fariseo se acercó y dijo: “Hoy es Sábado. Un hombre que hace un trabajo así sin consideración del Sábado no es Dios.”
35. Algunos de los sacerdotes estaban asombrados y decían: “Un malvado nunca puede hacer un milagro como éste. Debe pues poseer Poder de Dios”; y así disputaban entre ellos.
36. Le preguntaron al hombre: “¿Qué piensas tú de este hombre de Galilea?”
37. El dijo: “Es un profeta enviado por Dios.”
38. Muchos de los judíos no creían que el hombre había sido ciego de nacimiento. Decían: “No hay poder que pueda abrir los ojos de un hombre nacido ciego.”
39. Y entonces trajeron ante los fariseos a los padres del hombre para que testificaran.
40. Ellos dijeron: “Este es nuestro hijo que nació ciego. No sabemos cómo ha recibido la vista. Ya es mayor de edad y puede decirlo. Preguntádselo a él.”
41. Tenían miedo de decir lo que creían: que Jesús era el Cristo, que vino a manifestar el Poder de Dios, no vaya a ser que ofendan a los sacerdotes y sean expulsados de la sinagoga.
42. Otra vez los gobernantes de la sinagoga dijeron: “Este Jesús es un malvado.” El curado se puso otra vez de pie y dijo:
43. “Este Jesús puede ser pecador o santo. No lo sé. Pero una cosa si sé: que fui ciego y que ahora veo.”
44. Entonces los escribas y los fariseos injuriaron al hombre y le dijeron: “Tú eres uno de los prosélitos de este hombre de Galilea; nosotros somos prosélitos de Moisés, pero no conocemos a este hombre, ni conocemos de dónde es.”
45. El hombre contestó: “Me maravilla que no sepáis de donde es: y sin embargo me abrió los ojos.”
46. “Vosotros sabéis que nada más que el Poder de Dios puede hacer tales cosas.”
47. “Dios no oye las oraciones de los pecadores y vosotros debéis saber que no es malvado quien emplea el poder de Dios.”
48. Los fariseos contestaron: “¡Miserable! Fuiste concebido y nacido en pecado y ahora tratas de enseñar la ley”; y entonces le expulsaron de la sinagoga.

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