jueves, 6 de noviembre de 2008

El Evangelio Acuario de Jesús el Cristo (107)

Un fariseo exige de Jesús signos de sumisión. Jesús le reconviene porque no reconoce los signos que constantemente está dando. Jesús exhorta a la multitud a recibir la luz para que puedan llegar a ser luz.

1. Un fariseo, arrobado en si mismo, avanzó entre la multitud y dijo a Jesús:
2. “Señor, deseamos que hagas una demostración. Si eres verdaderamente el Cristo que tiene que venir, seguramente que podrás hacer lo que no pueden hacer los magos negros.”
3. “Ellos pueden hablar y seducir las multitudes con palabras, con poder, ellos pueden curar enfermos y arrojar espíritus de los obsesos.”
4. “Ellos pueden controlar las tempestades; el fuego, la tierra y el aire les escuchan y responden cuando ellos hablan.”
5. “Pero si te subes a aquella torre y de allí vuelas al otro lado del mar creeremos que has sido enviado de Dios.”
6. Y Jesús dijo: “Ningún mago negro vivió jamás vida santa, he ahí una demostración diaria de vida de Cristo.”
7. “Más, vosotros escribas y fariseos malvados y adúlteros, no podéis ver signos espirituales porque vuestros ojos espirituales están llenos de egoísmo corpóreo.”
8. “Buscáis un signo simplemente para satisfacer vuestra curiosidad. Camináis en los planos más bajos de la vida manifestada y gritáis. ¡Un fenómeno! ¡Mostradnos un signo y creeremos!”
9. “No fui enviado a la tierra a comprar fe como los hombres compran pescado, frutas y basuras en la calle.”
10. “Parece que los hombres piensan que me hacen un favor al confesar fé en mi y en el Cristo Santo.”
11. “¿Qué me importa a mí como hombre si creéis o no?”
12. “La fe es una cosa que no se compra con dinero, ni puede venderse por oro.”
13. “En cierta ocasión el ciego me siguió gritando: Dame una moneda de plata y creeré en ti.”
14. “Vosotros sois como ese ciego, al ofrecerme fe a cambio de signos.”
15. “Pero daré al mundo todo un signo que le asegure que el Cristo mora en mí.”
16. “Todos habéis leído la parábola de Jonás y el pez en la que se dice que el profeta pasó tres días y sus noches en el estómago de un gran pez y que entonces salió.”
17. “El hijo del hombre pasará tres días y sus noches en el corazón de la tierra y entonces vendrá otra vez, los hombres le verán y le conocerán.”
18. “Mirad que la luz puede ser tan intensa que los hombres no puedan ver cosa alguna.”
19. “En efecto, la luz espiritual ha brillado tan intensamente sobre Galilea que vosotros los que me oís estáis ahora ciegos.”
20. “Quizá habéis leído a Azrael que dice: la luz brillará refulgentemente en la oscuridad de la noche y los hombres no la comprenderán.”
21. “Ese día ha llegado; la luz brilla, vosotros no la veis.”
22. “La reina de Saba estaba sentada en la más negra oscuridad, y sin embargo anhelaba la luz.”
23. “Vino a oír las palabras de sabiduría de los labios de Salomón y creyó:”
24. “Y llegó a ser una antorcha viviente, y cuando llegó a su hogar, toda Arabia estaba llena de luz.”
25. “Alguien más grande que Salomón está aquí, el Cristo está aquí, la Estrella del día se ha levantado y vosotros rechazáis la luz.”
26. “Y vosotros recordáis a Nínive, la ciudad perversa de Asiria, que Dios había señalado para ser destruida por terremotos e incendios si su pueble no tornaba y caminaba las vías del derecho.”
27. “Y Jonás levantó la voz y dijo: En cuarenta días Nínive será arrasada y toda su riqueza será destruida.”
28. “Y las gentes oyeron y creyeron, y se enmendaron y tomaron las vías de rectitud, y la ciudad no fue arrasada, no fue destruida.”
29. “Os digo, hombres de Galilea, que Arabia y Nínive testificarán contra vosotros en el día del juzgamiento.”
30. “Mirar porque todos aquellos a quienes hablo, tienen en sí todos los fuegos de Dios; pero están echados muertos.”
31. “La voluntad está sofrenada por los deseos carnales y no impulsa los éteres de los fuegos a vibrar hasta transformarse en luz.”
32. “Por consiguiente, mirad vuestras almas y notad: ¿No es la luz interior vuestra tan oscura como la noche?”
33. “No hay otra respiración que Santa Respiración que pueda jamás abanicar nuestros fuegos de vida convirtiéndolos en llama viviente y transformándolo en luz.”
34. “Y la Santa Respiración no puede elevar los éteres de los fuegos a la condición de luz en otros que en los corazones de pureza y de amor.”
35. “Oídme entonces hombres de Galilea: Purificar vuestros corazones, admitir en ellos la Santa Respiración. Entonces vuestros cuerpos se llenarán de luz.”
36. “Y como una ciudad en una colina, vuestra luz iluminará a la distancia, pudiendo iluminar así la vía para los demás hombres.”

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