sábado, 1 de noviembre de 2008

El Evangelio Acuario de Jesús el Cristo (102)

Los cristianos en casa de Jesús. Jesús les revela la doctrina secreta. Van por toda Galilea y enseñan y curan. Jesús vuelve a la vida al hijo de la viuda de Naín. Regresan a Cafarnaum.

Los doce apóstoles fueron con Jesús a su hogar, y allí moraron por ciertos días.
Y Jesús les dijo muchas cosas acerca de la vida interna que no pueden escribirse en un libro ahora.
Ahora bien, en Cafarnaum vivía un hombre rico, un centurión romano, que amaba a los judíos y que les había obsequiado una sinagoga.
Un sirviente de éste hombre, estaba paralítico y mortalmente enfermo.
El centurión sabía de Jesús y había oído que curaba a los enfermos por la palabra sagrada, y tenia fe en él.
Envió un mensaje a Jesús por órgano de los judíos pidiéndole ayuda.
Y Jesús reconoció la fe del centurión y se fue inmediatamente a curar el enfermo. El centurión le encontró en la mitad del camino y le dijo:
“Señor, no está bien que vengas a mi casa; no soy merecedor de la presencia de un hombre de Dios.”
“Soy guerrero. Mi vida se desenvuelve entre aquellos que con frecuencia han matado a otros hombres.”
“Y seguramente se deshonraría el que vienes a salvar, viviendo bajo mi techo.”
“Si hablas la Palabra, yo sé que mi sirviente se curaría.”
Y Jesús volteándose dijo a los que le seguían:
“Mirad la fe del centurión. No he visto fe semejante, no en Israel.”
“Mirad, la fiesta está preparada para vosotros; pero mientras vosotros dudáis y esperáis, los forasteros vienen en fe y tomarán el pan de la vida.”
Entonces, volviéndose al centurión, le dijo: “Toma tu camino. Hágase de acuerdo con tu fe. Tu sirviente vive.”
Y vino a saberse que en el instante en que Jesús habló la Palabra, el paralítico se levantó y estaba bueno.
Entonces los cristianos se fueron al otro lado a enseñar. Y al acercarse a Naín; ciudad que está en Hermón, vinieron a las puertas una multitud.
Era un cortejo fúnebre: el hijo de una viuda había muerto y sus amigos llevaban el cuerpo a la tumba.
Era el único hijo de la viuda, la que estaba loca de dolor. Y Jesús le dijo: “No lloréis, yo soy la vida. Tu hijo vivirá.”
Y Jesús levantó la mano. Los que le llevaban, se detuvieron.
Y Jesús tocó el féretro y dijo: “Joven , regresa.”
El alma regresó. El cuerpo del muerto se llenó de vida, el hombre se sentó y habló.
La gente estaban asombradas de lo que veían y todos exclamaron: “Alabado sea Dios.”
Un sacerdote judío se puso de pié y dijo: “Mirad que ha aparecido un poderoso profeta.” Y toda la gente dijo: “Amén”.
25. Y los cristianos prosiguieron la marcha y enseñaron y curaron enfermos en muchas ciudades de Galilea y después volvieron a Cafarnaun.

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