Qué es el más allá

Benedicto XVI aseguró que el limbo no existe. Pero sobreviven, en el cristianismo y también entre los judíos y en el Islam, cielos, infiernos y otros lugares fuera de este mundo, cuya existencia es un dogma de fe y que aún hoy influyen sobre las cosas de la Tierra.

Ya las primeras civilizaciones intentaron explicar qué ocurría en el “más allá”, no sólo para disipar la angustia ante el fin de la existencia terrenal, sino también para determinar cuál era el camino correcto para ganar la misericordia de los dioses en la vida de ultratumba. Pronto, rituales, sacrificios y plegarias se convirtieron en puentes para establecer contacto con el otro mundo.
La escatología es la disciplina que reflexiona acerca de las “realidades últimas”, es decir, todo lo referido a los que hay más allá de este mundo. Porque cada doctrina religiosa sostiene una posición más o menos diversa acerca de lo que sucede con el alma cuando el cuerpo muere, y de lo que vendrá cuando cada hombre sea juzgado por sus actos.
Los tres grandes cultos monoteístas –judaísmo, cristianismo e islamismo- comparten muchos elementos de esa visión profética, fruto de una larga tradición cultural compartida. Sin embargo, la descripción geográfica de ese “más allá” suele mostrar algunas diferencias considerables. Cielos, infiernos y purgatorios, disímiles y parecidos según el credo, son lugares cuya existencia es un dogma de fe, pero que durante siglos han ejercido –y aún ejercen- una poderosa influencia sobre las cosas de este mundo.

La muerte y el fin de los días
Lejos de resultar ideas pavorosas para cristianos, judíos e islámicos, dejar este mundo parece ser un incentivo para renovar la fe. Porque en las tres doctrinas se sostiene que, si se vivió de acuerdo con los preceptos y mandamientos, la vida terrenal se convierte en algo así como la antesala de la vida eterna. El Juicio Final es una noción compartida, asociada con el momento en que todos los hombres deberán rendir cuentas por las acciones cometidas en vida. Se espera que ese día los muertos resuciten y comparezcan ante Dios, para que Él defina su estancia definitiva, su premio o su castigo.
El Corán anuncia que eso sucederá “cuando el cielo se hienda, cuando las estrellas se dispersen, cuando los mares sean desbordados, cuando las sepulturas sean vueltas al revés” y que será el ángel Izrafil quien toque la trompeta dos veces: la primera para dar muerte a toda criatura viva, la segunda para iniciar la resurrección de los muertos.
Para la escatología cristiana, el Juicio está directamente ligado con la venida de Jesucristo. Así lo relata San Mateo en el Nuevo Testamento: “Cuando el Hijo del Hombre venga en su Gloria rodeado de todos sus ángeles, se sentará en su Trono como Rey glorioso. Todas las naciones serán llevadas a su presencia, y como el pastor separa las ovejas de los machos cabríos, así también lo hará”.
Estas ideas cuentan con una profunda influencia del judaísmo, las más antigua de las tres doctrinas. Según el rabino Sergio Bergman, dentro de la corriente mesiánica se considera que “la llegada del Ungido divino de la dinastía del rey David traerá paz a la humanidad, anulará la dimensión de la muerte y anunciará el fin de los tiempos y las religiones”.
(Continuará…)