martes, 12 de agosto de 2008

Según nuestro nombre, nuestro destino

En Numerología se le da a cada letra un significado numérico para poder así darles una interpretación. Cada letra y por lo tanto cada palabra tiene un poder en sí, y al pronunciarlas las activamos. La astróloga Mara Reims lo explica.

Cuando nos iniciamos en el estudio de esta ciencia y averiguamos la vibración de nuestro nombre, surge la idea de cambiarlo, no por una cuestión de snobismo sino porque nos damos cuenta que de esta forma podemos modificar nuestra realidad.
A muchos nos sucede que tenemos un nombre o sobrenombre con el cual nos llaman en nuestra casa y otro en nuestro trabajo o entre nuestros amigos. Si lo analizamos, vamos a darnos cuenta de que funcionamos de diferente forma en cada lugar de acuerdo a como nos nombran. Esto se debe simplemente a que varía nuestra vibración.
Madame Helena Blavatsky dice: "Cuando nuestra alma (mente) crea o evoca un pensamiento, el signo representativo de este pensamiento existe grabado por sí mismo en el fluido astral, que es el receptáculo, y por decirlo así, el espejo de todas las manifestaciones de la existencia”.
El signo expresa la cosa; la cosa es la virtud (escondida u oculta) del signo.
Pronunciar una palabra es evocar un pensamiento y hacerlo presente. La potencia magnética del lenguaje humano es el principio de todas las manifestaciones en el Mundo Oculto. El pronunciar un nombre es no sólo definir un ser (una entidad) sino que lo expone y lo condena por medio de la emisión de la palabra (verbum) a la influencia de una o más potencias ocultas. Las cosas son, para cada uno de nosotros, aquello en que él (el Verbo) las convierte mientras las nombramos. La palabra (verbum) o el lenguaje de cada hombre es inconscientemente para él una bendición o una maldición; con esto, nuestra ignorancia presente acerca de las propiedades o atributos de la idea, lo mismo que respecto a los atributos y propiedades de la materia es con frecuencia fatal para nosotros.
Si; los nombres (y las palabras) son benéficos o maléficos; son, en cierto sentido, venenosos o dispensadores de salud, con arreglo a las influencias ocultas unidas por la sabiduría suprema a sus elementos, esto es, a las letras que los componen y a los números correlativos a esas letras.

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