viernes, 1 de agosto de 2008

Levi H. Dowling, el mensajero de El Cristo (7)

Se lo conoce como quien transcribió “El Libro de las memorias de Dios”, o archivo Akáshico, conocido como “El Evangelio Acuario de Jesús el Cristo”.

Muchos años tomó a Dowling aprender lo necesario para transcribir el Evangelio Acuario. Estas son tres cuestiones muy importantes para saber discernir la verdad del conocimiento:

En el conocimiento o conciencia hay tres fases

1º Conocimiento o conciencia de la Omnipotencia de Dios y del hombre.
2º Conocimiento o conciencia del Cristo o Amor Cósmico.
3º Conocimiento o Conciencia de la Inteligencia Suprema, Sabiduría o Santa Respiración.
Tengamos en mente que conocimiento o conciencia de una de estas tres fases no implica conocimiento o conciencia de las otras. En efecto, con frecuencia encontramos personas saturadas de Amor que son completamente ignorantes, que no tienen la más pequeña Concepción de las leyes físicas o espirituales y que no tienen comunión alguna con la Sabiduría, el Gran Maestro, el Espíritu Santo, la Santa Respiración. Y encontramos hombres que son todo Fuerza (Dios Padre) pero que no han sentido jamás ni sabiduría ni Amor Cósmicos.

Los archivos Akáshicos

Los grabados imperecederos de la vida, conocidos como archivos Akáshicos, están enteramente en los dominios de Inteligencia Suprema o Mente Cósmica, Dios-Madre. Quién lea los Archivos Akáshicos, debe pues estar en perfecta comunión, en sintonización delicadísima, con esa Inteligencia o Espíritu Santo o Santa Respiración, como los antiguos llamaban a la Mente Cósmica, de modo que cada vibración pensamiento sea sentida instantáneamente en cada una y en todas las fibras de su ser.

Diferenciación

Ahora bien, si el espacio está cargado de vibraciones pensamientos de toda clase, ¿cómo puede quién lea los Archivos Akáshicos diferenciar y recoger solamente los pensamientos y los acontecimientos de la vida de tal o cual persona o grupo de personas?
Ocurre que cada persona tiene una vibración suya y distinta, y cuando el que lee comprende en su plenitud la Ley del Discernimiento, todo su ser se sintoniza de modo que sólo recibe un ritmo, un tono particular siendo imposible que otro tono, otro ritmo, haga la más mínima impresión en él. Esto puede comprenderse con la ayuda del radio y del telégrafo inalámbrico, en los que se le llama “selectividad”.
Para Levi Dowling fue una tarea que le demandó muchos años aprender esta Ley de Selectividad y sintonizar nítidamente con los tonos y ritmos de Jesús de Nazaret, de Enoc, de Melquizedec o de sus colaboradores. Pero dirigido por el espíritu de la Inteligencia Suprema o Mente Cósmica, llegó a triunfar en la creación de sensaciones internas, a punto tal que sentía instantáneamente y en todo su ser las más imperceptibles vibraciones procedentes de cualquiera de esos grandes centros y, desde luego, su interpretación en palabras es fiel y verdadera en lo más mínimo.

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